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viernes, 6 de abril de 2012

EDUCAR EDUCÁNDOSE

Hay muchos métodos educativos. Se dan muchas conferencias sobre educación. Se escriben libros. Se organizan congresos.
Respetando la buena voluntad y la ciencia y el conocimiento pedagógico de los escritores, pedagogos..., parece que algo importante está fallando en dicho trabajo por la desproporción entre el esfuerzo y los resultados. Escasos y transitorios resultados que se obtienen.
Yo también he sido invitado muchas veces a dar conferencias sobre la educación de los hijos.
Pero nunca he hablado sobre el tema propuesto.
Hablo a los padres, no de la educación de los niños, sino de la educación de los padres.
Sólo podemos hablar de la educación de los niños y adolescentes hablando de nuestra propia educación. Sólo educaremos educándonos antes nosotros.
Me parece que cuando damos recetas, reglas, normas para educación de los niños, estamos huyendo de lo más importante, aunque no parece lo más inmediato. Pero lo es.
Rehuimos enfrentarnos con nosotros mismos.
Incluso nuestro modo de proceder me parece poco honrado.
Parece como si los padres y educadores tuviéramos que estar constantemente disculpando nuestras actitudes incongruentes con aquello de haced lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen.
Esto en la instrucción o transmisión de conocimientos puede ser válido.
Pero esto nunca será válido en la verdadera educación: ayudar a los niños a ser personas libres, creativas, conscientes y amorosas.
Eso sólo puede transmitirse cuando se vive.
Sólo podemos educar cuando estamos educados. Solamente entonces.
Lo demás son palabras vacías, muertas.
Por eso los resultados suelen ser tan escasos y deficientes.
En la verdadera educación sólo se puede hablar con palabras vivas, palabras que tienen una correspondencia en la vida.
Al leer esto, algunos quizás comprenderán el por qué de la ineficacia de tantos consejos, tantas conversaciones, tanto rollo, tanto bla, bla, bla.
Otros pensarán quizás en un afán de justificarse o justificar lo que se hace, que algo hay que hacer y que esos consejos algo dejan, algo hacen.
Pienso que tal educación con palabras muertas hacen algo.Sí. Algo muy grave: crear en el educando, en el niño, un sentido de hipocresía, de inautenticidad, de desconcierto al ver en esas personas que él tanto aprecia, esa incongruencia entre lo que le dicen y hacen.
Así los padres transmiten a sus hijos la naturalidad en el mentir, disimular, engañar y ser incongruentes en la vida.
¡Qué lejos está  esa actitud falsa, de la clara, transparente, ingenua, natural y espontánea expresión con palabras y gestos del niño aún no maleado por nuestra educación!
Sólo hay un camino para educar: educarse, y vivir con transparencia lo que queremos que vivan los niños.
Todo lo demás será muy académico, muy científico, muy de conferencias para quedar bien. Pero poco efectivo.
Lo que los hijos ven en sus padres y la veces también oyen es que lo único importante es saber más, para producir más y ganar más dinero. Muchos padres se sienten muy orgullosos cuando ven que sus hijos han asimilado bien esta lección.
Educar para producir más y tener más.
Eso también se inculca en medios y ambientes públicos y oficiales.
No es que yo está en contra de la producción y el tener dinero.
Lo malo está en proponerlo como objetivo principal de la vida.
Luego estos niños, convertidos en hombres no tendrán ningún reparo en pisotear y avasallar, con tal de conseguir su objetivo: tener más. Tener éxito, tener dinero.
Si queremos educar de verdad a los niños hay que empezar por lo primero: educarse y vivir lo que queremos transmitirles.
No bastan las palabras. Es necesario el ejemplo de vida con una gran dosis de amor verdadero.
Aún diría que las palabras sobran.
Es duro y difícil enfrentarse con nuestros inveterados hábitos, nuestras creencias, nuestras formas de vida.
Pero quizás haya que enfrentarse con eso o algo más.
Y es necesario educar para que el niño se sienta libre y no dependiente.
Educar en libertad y para la libertad.
Si queremos que los niños de hoy no abusen mañana de la libertad deberán ser educados en libertad para la libertad.


Los que peor usan la libertad son los que menos la ha tenido.
Educar a una persona es ayudarle a que sea libre, con verdadera libertad interior sin dependencias externas o internas, libertad consciente y amorosa.
Y esto, libertad, conciencia y amor no son asignaturas que se puedan aprender en un texto.
Sólo se aprenden en la vida de aquellos a quienes se admira y se ama.
Me contaba una psiquiatra amiga que cuando logró que una madre impositiva y dominante dejase en libertad a sus hijos ya mayores, los gritos y peleas de la casa habían desaparecido, Había más paz y armonía. Pero aquella madre prácticamente se quejaba luego de que aquello parece ahora un cementerio. Estaba tan acostumbrada a mandar con gritos y peleas que no se resignaba a este modo de vivir en paz. Ya no podía satisfacer su afán impositivo y dictatorial.
Un hombre y una mujer que no tengan desarrollados sus órganos genitales, no pueden tener hijos físicamente.
Y los padres que no tienen desarrollada su personalidad madura ¿pueden moralmente tener hijos?
En lugar de hablar tanto a favor o en contra del divorcio debería hablase más de cuándo un hombre y una mujer están capacitados para unirse y tener hijos.
Nadie será educador si cada día no se educa a sí mismo.
La mejor manera de educar es educarse y vivir lo que queremos enseñar.
Hay padres y educadores que pretenden pasar y parecer como progresistas, despreocupándose de sus educandos. Dejándolos abandonados a su propia suerte.
No. La educación en libertad para la libertad no es sinónimo de despreocupación, sino todo lo contrario.

La educación verdadera hace ver qué es lo constructivo y qué lo destructivo.
La educación verdadera hace tomar conciencia según los niveles de los educandos de su responsabilidad al construir o destruir, al amar u odiar, al ser o no ser, la hacer u omitir.
Y esto se hará a veces con palabras. Pero siempre con la propia vida.
Los niños, por pequeños que sean, lo entienden mejor de lo que pensamos nosotros.
¿Queremos educar?
Eduquémonos de verdad.


Darío Lostado
(La Alegría De Ser Tú Mismo)




lunes, 12 de marzo de 2012

SER TÚ MISMO

Los padres y educadores suelen decir a sus hijos y educandos que deben hacer todo aquello que se espera de ellos, que no defrauden las expectativas que tienen depositadas sobre ellos.

Pero mi voz me dice:

Lo que tú haces y debes hacer es cosa tuya. Lo que los demás esperan es cosa de ellos.
No dependas de nada ni de nadie. Ni de las expectativas que los demás tienen de ti.
Cuando seas Tú mismo siempre y en todo, verás que la rezón y motivo de tu accionar en la vida no debe subordinarse a algo que sea externo a ti mismo.


Es cierto que cuando miras, ves y vives desde ti mismo, comprendes que hay muchas cosas que debes hacer por los demás porque no eres una isla en el mundo. Cuando vivas, no desde el ego ruin, sino desde la plenitud de ti mismo, verás que el mayor y mejor servicio que puedes hacer por los demás es comunicar la plenitud amorosa que eres y vives. Entonces lo que puedas y debas hacer por los demás lo verás por ti mismo, como fruto directo de tu visión interior, del amor que eres y del sentido de unidad que tu ser consciente te señala.
Las esperanzas y expectativas siempre apuntan al futuro. Pero lo mejor que puedes hacer para el futuro es ser siempre y en todo fiel a ti mismo ahora, en el momento presente.
Sin despreciar a nadie, agradecer el amor que los demás sienten por ti pero no permitas que los demás decidan tu presente ni tu futuro. Escucha a los que te aman y pon atención a sus observaciones y consejos, teniendo en cuente sus puntos de vista. Pero decide por ti. Si miras hacia adentro, con sinceridad, encontrarás el camino recto.


Darío lostado
(...Pero Mi Voz Me Dice...)


jueves, 5 de mayo de 2011

EDUCAR EN LA VERDAD


Los padres, educadores y orientadores comunicarán siempre a sus educandos el nivel humano en el que ellos están viviendo.
No son los conocimientos u orientaciones teóricas o intelectuales las que transmiten al educando, con sus palabras, sino su actual y concreto sentido de la vida.
Si viven en un nivel materialista y superficial, aunque les hablen de valores elevados, religiosos o espirituales, serán palabras vacías e inútiles si ellos no los sienten, practican y viven.

Hay que enseñar siempre:

la verdad
con la propia vida
y con amor.



Darío Lostado
(Mensajes De Amor)



jueves, 29 de abril de 2010

EDUCACIÓN


EDUCAR EDUCÁNDOSE

Hay muchos métodos educativos. Se dan muchas conferencias sobre educación. Se escriben muchos libros. Se organizan congresos.
Respetando la buena voluntad y la ciencia y el conocimiento pedagógico de los escritores, educadores, pedagogos..., parece que algo importante está fallando en dicho trabajo por la desproporción entre el esfuerzo y los resultados. Escasos y transitorios resultados que se obtienen.


Yo también he sido invitado muchas veces a dar conferencias sobre la educación de los hijos.
Pero nunca he hablado sobre el tema propuesto.
Hablo a los padres, no de la educación de los niños, sino de la educación de los padres.
Sólo podemos hablar de la educación de los niños y adolescentes hablando de nuestra propia educación. Sólo educaremos educándonos antes nosotros.
Me parece que cuando damos recetas, reglas, normas para la educación de los niños, estamos huyendo de lo más importante, aunque no parece lo más inmediato. Pero lo es.
Rehuimos enfrentarnos con nosotros mismos.
Incluso nuestro modo de proceder me parece poco honrado.
Parece como si los padres y educadores tuviéramos que estar constantemente disculpando nuestras actitudes incongruentes con aquello de haced lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen.
Esto en la instrucción o transmisión de conocimientos puede ser válido.
Pero esto nunca será válido en la verdadera educación ayudar a los niños a ser personas libres, creativas, conscientes y amorosas.
Eso sólo puede transmitirse cuando se vive.
Sólo podemos educar cuando estamos educados. Solamente entonces.
Lo demás son palabras vacías, muertas.
Por eso los resultados suelen ser tan escasos y deficientes.
En la verdadera educación sólo se puede hablar con palabras vivas, palabras que tienen una correspondencia en la vida.
Al leer esto, algunos quizás comprenderán el por qué de la ineficacia de tantos consejos, tantas conversaciones, tanto rollo, tanto bla, bla, bla.
Otros pensarán quizás en un afán de justificarse o justificar lo que se hace, que algo hay que hacer y que esos consejos algo dejan, algo hacen.
Pienso que tal educación con palabras muertas hacen algo. Sí. Algo muy grave: crear en el educando, en el niño, un sentido de hipocresía, de inautenticidad, de desconcierto al ver en esas personas que él tanto aprecia, esa incongruencia entre lo que le dicen y hacen.
Así los padres transmiten a sus hijos la naturalidad en el mentir, disimular, engañar y ser incongruentes en la vida.
¡Qué lejos está esa actitud falsa, de la clara, transparente, ingenua, natural y espontánea expresión con palabras y gestos del niño aún no maleado por nuestra educación!
Sólo hay un camino para educar: educarse, y vivir con transparencia lo que queremos que viven los niños.
Todo lo demás será muy académico, muy científico, muy de conferencias para quedar bien, Pero poco efectivo.


Lo que los hijos ven en sus padres y a veces también oyen es que lo único importante es saber más, para producir más y ganar más dinero. Muchos padres se sienten muy orgullosos cuando ven que sus hijos han asimilado bien la lección.
Educar para producir más y tener más.
Eso también se inculca en medios y ambientes públicos y oficiales.
No es que yo esté en contra de la producción y el tener dinero.
Lo malo está en proponerlo como objetivo principal de la vida.
Luego estos niños, convertidos en hombres no tendrán ningún reparo en pisotear y avasallar, con tal de conseguir su objetivo: tener más. Tener éxito, tener dinero.
Si queremos educar de verdad a los niños hay que empezar por lo primero: educarse y vivir lo que queremos transmitirles.
No bastan las palabras. Es necesario el ejemplo de vida con una gran dosis de amor verdadero.
Aún diría que las palabras sobran.
Es duro y difícil enfrentarse con nuestros inveterados hábitos, nuestras creencias, nuestras formas de vida.
Pero quizás haya que enfrentarse con eso o algo más.
Y es necesario educar para que el niño se sienta libre y no dependiente.
Educar en libertad y para la libertad.
Si queremos que los niños de hoy no abusen mañana de la libertad deberán ser educados en libertad para la libertad.
Los que peor usan la libertad son los que menos la han tenido.
Educar a ina persona es ayudarle a que sea libre, con verdadera libertad interior sin dependencias externas o internas, libertad consciente y amorosa.
Y esto, libertad, conciencia y amor no son asignaturas que se puedan aprender en un texto.
Sólo se aprende en la vida de aquellos a quienes se admira y se ama.
Me contaba una psiquiatra amiga que cuando logró que una madre impositiva y dominante dejase en libertad a sus hijos ya mayores, los gritos y peleas de la casa habían desaparecido. Había más paz y armonía. Pero aquella madre prácticamente se quejaba luego de que aquello parece ahora un cementerio. Estaba tan acostumbrada a mandar con gritos y peleas que no se resignaba a este modo de vivir en paz. Ya no podía satisfacer su afán impositivo y dictatorial.
Un hombre y una mujer que no tengan desarrollados sus órganos genitales, no pueden tener hijos físicamente.
Y los padres que no tienen desarrollada su personalidad madura ¿pueden moralmente tener hijos?
Nadie será educador si cada día no se educa a sí mismo.
La mejor manera de educar es educarse y vivir lo que queremos enseñar.
Hay padres y educadores que pretenden pasar y parecer como progresistas, despreocupándose de sus educandos. Dejándolos abandonados a su propia suerte.
No. La educación en libertad para la libertad no es sinónimo de despreocupación, sino todo lo contrario.


La educación verdadera hace ver qué es lo constructivo y qué lo destructivo.
La educación verdadera hace tomar conciencia según los niveles de los educandos de su responsabilidad al construir o destruir, al amar u odiar, al ser o no ser, al hacer u omitir.
Y esto se hará a veces con palabras. Pero siempre con la propia vida.
Los niños, por pequeños que sean, lo entienden mejor de lo que pensamos nosotros.
¿Queremos educar?
Eduquémonos de verdad.


Darío Lostado
(La Alegría de Ser Tú Mismo)

martes, 20 de abril de 2010

LIBERTAD


PERSONAS LIBRES



La libertad es la eterna canción.

Se dice que somos libres.

Todo el mundo dice que quiere ser libre. Se lucha y se hacen grandes hazañas y manifestaciones exigiendo libertad.

Pero la gente tiene miedo de ser libre, de vivir libre, como si la libertad causara el vértigo del vacío.

La gente no quiere que le manden, pero opta por vivir dependiendo, apoyándose en otros.

Se tiene miedo a ser libre de verdad.

Se ha dicho y muchos lo sostienen, que el hombre, la persona, es un producto de la herencia y el ambiente en que vive.

Sin negar la importancia que tienen dichos factores hay que reconocer que si fuera eso cierto, prácticamente no podríamos pensar ni hablar de la libertad humana.

Existe un factor o una dimensión de la persona que es fundamental al hablar de libertad. Es la amplitud de conciencia o madurez interior. Este factor hace que sea la persona individual quien determine el grado de libertad que quiere tener.

Ante las influencias ambientales, de educación y de la herencia, tenemos que preguntarnos qué papel jugamos cada uno de nosotros, qué papel juega nuestro "yo" interno, ese "yo" centro de nuestro ser.

Tenemos tres niveles de vida: el instintivo-biológico, el mental y el emocional.

Cada uno de estos tres niveles tiene sus propias leyes: las biológicas, las mentales y las afectivas.

Cuando vivimos uno de esos niveles somos conducidos por las leyes de ese nivel.

Dicho de otra manera quiere decir que es la ley de la naturaleza misma la que rige y me gobierna de cualquiera de los niveles en que esté viviendo.

Pero hay algo importante y es que debido a mi capacidad de amplitud y apertura de conciencia, puedo vivir los aspectos de un nivel desde otro nivel superior. O sea yo puedo vivir con el foco de mi conciencia por encima del nivel de los hechos que estoy viviendo. Pero ésto sólo se puede hacer cuando estamos completamente despiertos con la mente lúcida, lo cual no es demasiado frecuente, dado el grado de somnolencia e hipnosis en que solemos vivir la mayor parte de nuestra vida.

La amplitud, claridad y atención de la conciencia para situarme en cada momento en un plano o en otro, hace que mi grado de libertad sea mayor o menos.

Así, nos damos cuenta que la mayor parte de la gente que vive de puros automatismos y actitudes reactivas no son apenas libres sino de nombre, porque en cada momento hacen lo que las circunstancias les están determinando. Reaccionan automáticamente impulsados por los estímulos del momento.

La libertad entonces consiste ante todo en la capacidad que tenemos para situarnos en unos niveles o en otros y desde ahí escoger no por las leyes ciegas de cada nivel humano o por la influencia de la herencia o del ambiente, sino por lo que determino con mi visión clara y siempre por encima del nivel de las leyes que rigen ese nivel de la actitud humana en la que estoy viviendo en ese momento.

Dicho de otra manera podemos decir que en la medida en que tengo claridad y amplitud mental para ver desde distintas perspectivas los valores de mi vida, yo puedo elegir cualquiera de las opciones que caen bajo mi perspectiva.

Si mi conciencia está dormida o solamente vivo las cosas en el nivel en que se dan, seré conducido y estaré determinado por las leyes naturales de ese nivel que estoy viviendo.

El plano biológico lo viviré según las leyes biológicas, a no ser que con mi conciencia muy despierta lo esté viendo y viviendo desde un plano superior. Entonces sí seré libre. En un grado mayor o menor, según sea la amplitud de mi conciencia.

Pero no vivimos solos. Y la sociedad, que nos protege y nos da muchas cosas, no lo hace a cambio de nada. Nos somete a sus normas y exigencias. Y ahí empieza el juego social con la correspondiente limitación de nuestra libre elección. en tantas y tantas cosas y aspectos de nuestra vida.

La sociedad nos impone valores y modos de conducta.-

La sociedad nos impone y nos crea necesidades artificiales de mil maneras. La moda y el inútil y excesivo consumismo creado por sociedades comerciales multinacionales arrastra irremediablemente a todos aquéllos que se suben al caro de la inconsciencia colectiva y dejan de pensar, sentir y obrar por sí mismos para ser corderos dóciles de las normas del momento.

Los condicionamientos y situaciones sociales por las que nuestra libertad está amenazada, son casi innumerables.

Cada uno es lo suficientemente perspicaz para verlo y comprobarlo por sí mismo si mismo.

Tenemos una libertad muy relativa y limitada solamente. Pero parece que algunos todavía abdican de la poca que nos deja la sociedad y los condicionamientos externos.

Solamente hay una manera de reconquistar nuestra maltrecha libertad. Esta manera es que cada una empiece a estar más atento a cada situación de su vida.

La conciencia atenta y despierta para valorar por nosotros mismos cada situación, cada acontecimiento, cada noticia, cada necesidad natural o artificial, cada momento de nuestra existencia es el camino hacia nuestra libertad interior.

Ser persona libre es tener una perspectiva desde arriba, desde niveles altos de conciencia.

Mejorar nuestra perspectiva es mejorar nuestra libertad.


Se dice en Juan Salvador Gaviota que cada uno de nosotros es una idea ilimitada de la libertad. Lo dramático es que nos quedemos en "una idea" y no sea nuestra realidad libre.

¿De qué sirve que seamos idea ilimitada de libertad si esa idea no pasa a ser realidad?

Las ideas están en la mente.

La realidad es vida.

Estamos destinados a ser libres en cada instante de la vida.


Darío Lostado
(Vivir como Persona)