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sábado, 29 de octubre de 2011

¿SABES QUE YA ERES RICO?



Eran dos amigos.
La vida los había llevado por distintos caminos.
Uno había llegado a ser rico mientras el otro era un vagabundo.
Un buen día ambos se encontraron.
Para celebrar el encuentro el rico invitó a beber unos tragos a su amigo vagabundo, que al final se emborrachó y se quedó profundamente dormido.
El rico, compadecido de su amigo vagabundo le metió una piedra preciosa en el bolsillo, para que al despertar la encontrara y pudiera venderla y conseguir dinero.
Al cabo de un tiempo ambos amigos se encontraron de nuevo.
El rico se admiró de que su amigo siguiera siendo un vagabundo y le dijo:
¿Qué haces? ¿Cómo sigues siendo vagabundo? ¿No encontraste el tesoro que te puse en el bolsillo?


Muchas personas pasan toda su vida como miserables vagabundos sin descubrir que tienen dentro de sí un tesoro.
Son ricos pero viven como pobres.
Son felices, tienen la felicidad en sí mismos, pero viven toda su vida infelizmente.
Solamente necesitan mirar dentro de sí. Ahí está su tesoro.


Darío Lostado
(Vivir Como Persona)

viernes, 28 de octubre de 2011

AMAR LA VEJEZ



Se cuenta que en cierta región, hace mucho tiempo, existía la costumbre de colgar a los viejos, los ancianos, de un árbol, de un cocotero. Los más jóvenes movían entonces el árbol y los viejos que caían, si no morían por la caída o por los golpes de los cocos que caían, eran eliminados por el pueblo.

Únicamente sobrevivían los pocos que aguantaban y permanecían aferrados al árbol sin caerse.

Era una inhumana y cruel selección de los más fuertes.

Esta costumbre salvaje contrasta con ese otro sentido antiguo de algunos pueblos como Japón y la India donde los ancianos son extremadamente venerados y respetados.

En nuestra época no cuelgan a los ancianos de los árboles pero todavía no existen el respeto y amor de corazón que se merecen.

En nuestro tiempo hay unas maneras sofisticadas de colgar a los ancianos de un árbol. Hoy se los deja abandonados en las casas o en los hospitales o en ciertas residencias donde apenas reciben las visitas de sus familiares.

Hoy se cuelga a los ancianos de los árboles con el menosprecio, la indiferencia y el olvido.

Hoy cuelgan muchos hijos a sus propios padres en los árboles cuando están ansiosos esperando que "los viejos" mueran para que al morir les caiga como fruta madura la herencia que están esperando. Es duro y triste. Pero ésa es la realidad en muchos casos. En más de los que se confiesa y se reconoce.

Amar la vejez. La ajena y también la propia.




Es frecuente oír a muchas personas decir que lo único que temen es llegar a viejos. Tales personas están rechazando la naturaleza tal como es. Quieren que La Vida, el orden de la Naturaleza se acomode a sus caprichos, como han hecho durante todos los años de su existencia.

Cada edad tiene su propio encanto.

Quien no acepta y ama su propia vejez presente o futura difícilmente amará a los otros ancianos, porque no se ama a sí mismo. Temer u odiar llegar a viejo es querer inmovilizar la vida. Y paralizar la vida es muerte.

La vida tiene sus períodos y épocas y cada una tiene su razón de ser y existir.

Sólo los racionalmente conscientes aman las cosas tal como son. Aceptan la vejez tal como es, incluso con sus achaques.

Amar. Amar a los ancianos no por compasión y lástima sino por la misma razón por la que se ama la niñez o se ama a los hijos o a su amigo.

Amar a los ancianos porque yo soy amor y todo cuanto existe es efecto del amor. También la ancianidad.

Las arrugas y los achaques no son causa para excluirlos del amor que no tiene barreras. Ni las molestias que puedan ocasionar.

Las personas que temen su propia ancianidad, con seguridad se pueden pensar que no aman de corazón a los ancianos. Y quienes no aman a los ancianos, difícilmente tendrán un amor generoso en sus vidas. Y sin amor generoso la vida será árida y seca.


Darío Lostado
(Somos Amor)

miércoles, 26 de octubre de 2011

¿PASARLO BIEN?


"Ya que la vida es corta debemos hacer que nuestro paso por la tierra sea lo más agradable y confortable posible".


Cuando oí esta frase, como un acertado y sensato sentir de la mayoría de la gente, también a mí me pareció de repente una útil y acertada idea.

Luego he ido comprendiendo que:

· esa filosofía de vida es común entre la gente pero eso no la hace válida ni verdadera.

· son más los que viven en la práctica esa filosofía de vida que los que la sostienen reflexiva e intelectualmente.

· hasta los que dicen ser religiosos y espirituales suelen practicar esa filosofía en su vida concreta.

· tener como objetivo de vida el buscar lo "más agradable" es reducirse a ser un puñado de instintos sensibles que deben ser satisfechos sea como fuere.

· lo poco o mucho que vivimos no es simplemente para vivirlo "confortablemente".

· cuando vivimos buscan el confort como objetivo perdemos el rumbo y sentido mismo de la vida.

· nadie vive más agradable y felizmente que quien relegando a un segundo o tercer plan el confort, se dedica a comprender el sentido de vivir en sí mismo.

· el sentido de la vida es hacer realidad y actualizar todas las potencialidades que uno es.

· cuando se actualizan las capacidades de la energía, del amor y la inteligencia que cada uno es en su naturaleza, sobreviene de inmediato como una lógica consecuencia la dicha y felicidad profunda y serena.

· todo el gusto y satisfacción de los sentidos es la sombra de la felicidad del ser consciente en su profundidad.

· los que viven tras las satisfacciones sensuales y confort material, consideran y llaman ilusos a quienes buscan la felicidad dentro de sí mismos.
Pero
· los auténticos realistas son estos últimos, mientras los ilusos son los que viven siempre con la ilusión vana de ser felices con migajas de confort que se esfuma por momentos.


Darío Lostado.
(Somos Amor)

lunes, 24 de octubre de 2011

¡BIENVENIDO SUFRIMIENTO!


El sufrimiento es una bendición. Aunque para la mayoría suele resultar y parecer una maldición.
Es una bendición para todos aquellos que saben aprender la lección que el sufrimiento conlleva.
Es una maldición para quienes tienen como meta y objetivo único en su vida gozar y no sufrir y consideran la vida y el mundo como el escenario y la morada del placer inmediato y sensible.
Pero la vida no es eso.
Cualquier clase y grado de sufrimiento lleva consigo una enseñanza apropiada a cada momento y situación. Cualquier dolor, cualquier prueba, cualquier contratiempo, cualquier pena y sufrimiento nos quiere decir y enseñar algo. Y una enseñanza de vida es una gran bendición.
Pero no es suficiente para que cualquier sufrimiento tenga un sentido didáctico. Es necesario saber sacar la lección. Una frase escrita puede tener una gran enseñanza. Pero no sirve de nada si no se sabe o no se quiere leer.
Cualquier prueba, dolor o sufrimiento es la lección clara de que eso es a lo que estamos apegados y hemos perdido total o parcialmente, no debe ser objeto de nuestro apego posesivo y obsesivo. Cualquier clase de sufrimiento nos enseña a soltar, a dejar, a desapegarse, a no depender de algo que está ahí, quizá para nuestro uso o para otros infinitos fines y motivos pero no para que nos quedemos apegados y dependientes de ello.
Sufre el que quiere.
Sufre el que quiere mantenerse apegado a algo.
Cuando este algo, objeto de su apego le falta o teme que puede faltarle surge el sufrimiento.
Por más que una persona ate, reate y trate de asegurar aquello a lo que está apegada, tarde o temprano le ha de faltar y vivirá siempre bajo el temor de que puede faltarle. Este temor es ya en sí mismo un constante sufrimiento.
Solamente logra no sufrir el que no está apegado a nada ni a nadie.
Cuando una persona es afectada por el sufrimiento de algo que ha perdido o cree haber perdido y sabe sacar la lección de que su vida, su ser verdadero es mucho más grande, más rico, más fecundo y más feliz que ese apego que ha perdido o teme haber perdido, su sufrimiento se convierte en el mayor de los bienes, en la mayor de las bendiciones.
Para quien no sabe aprender de la vida, el sufrimiento va multiplicándose en cada situación de fracaso o temor.
Son muchos los que tratan y se esfuerzan para que su vida sea una constante suma de placeres, satisfacciones y éxitos. Ese parece ser el objetivo más codiciado por la mayoría. Pero en la vida de todos y también de estas personas hay momentos en que la conciencia surge de su letargo y aparece con toda su lucidez mostrando la futilidad de tanto trabajo y empeño por correr permanentemente tras el brillo vano del placer y el éxito. Entonces se ve y se comprende la transitoriedad y vacuidad de todos los objetos de nuestro apego o surge amenazante el temor de perder todo aquello en lo que se apoyaba nuestra dicha.
Solamente el que aprende la lección que la Vida le da con cada prueba, pasa entre los sufrimientos y placeres con la serena y segura certeza de que su felicidad está más allá de los unos y de los otros. Ni los placeres le deslumbran y enloquecen de alegría ni los sufrimientos le deprimen o entristecen. Él vive ajeno a unos y otros porque sabe que no está ahí para huir del dolor ni correr tras el placer. Sabe que vive únicamente para ser expresión viva de Lo Que Es. Y eso es mucho más que todo lo transitorio que pueda desear temer, sea placentero o doloroso.

Es afortunado aquel a quien La Vida sacude y golpea en algún momento con alguna decepción o desgracia y lo lleva a buscar el verdadero sentido estable de sí mismo más allá de todo lo temporal y contingente, en lugar de seguir adormecido y engañado en las momentáneas y ficticias alegrías pasajeras.
Quien prefiere la inmediatez aparente y momentánea del placer transitorio seguirá adormecido e impedido para la búsqueda de algo mejor, de lo único que es permanente y la auténtica causa de nuestra felicidad.
Entender esto que estamos diciendo es ,al menos estar en el camino de la búsqueda. Y progresar en este camino significa no correr constantemente persiguiendo el placer como el burro tras la zanahoria.
Quien quiere sincera y honradamente vivir la libertad verdadera con un sentido claro de su existencia sabe que placer y dolor, pena y alegría son dos caras de la misma moneda. Son dos aspectos aparentemente opuestos de la existencia limitada, tras la que se esconde el Ser Absoluto y a través de la que se expresa en sus infinitas formas El que es la base de todo y dirige todo con sabiduría perfecta. El está presente, gobierna y dirige todo cuanto existe tanto lo que nos resulta agradable, placentero y positivo como en lo desagradable, penoso y aparentemente negativo. Este Ser que es la Conciencia Pura y Absoluta se manifiesta de un modo especial en la conciencia humana de cada hombre y mujer. Pero el nacimiento del "ego" individual en el ser humano (pecado original) hace que la mente egoísta acepte y califique de bueno lo que le es placentero y de malo lo que le resulta desagradable. La conciencia interna con su luz interior todo lo ve proveniendo de la misma mano, con la misma sabiduría y la misma infinita bondad.
Por todo ello, la persona iluminada y conducida por la voz interior de su conciencia profunda se siente siempre libre de temores y deseos porque sabe que la moneda es siempre la misma tanto caiga de cara como de cruz.
Por eso es libre el que está liberado de la pulsión hacia el placer y del miedo y aversión al dolor. Y considera tanto el placer como al dolor como dos extraños impostores que quieren adueñarse de la dirección de su existencia.
Cuando los psicólogos hablan de las fuerzas que arrastran y zarandean a los seres humanos de aquí para allá suelen referirse a la tendencia innata, ciega e irrefrenable hacia el placer y la natural aversión al dolor.
Esa tendencia suele ser calificada como natural y normal en el ser humano. Pero es tendencia natural solamente de la materia sensible, de la parte biológica, del cuerpo del ser humano como lo es de cualquier materia viva sin conciencia de sí misma, sin conciencia de su propia naturaleza.
Pero esa tendencia no resulta ni natural ni normal en la persona que ha despertado en su conciencia interior, en lo que es más específicamente humana. Entonces, la comprensión de que placer y dolor, blanco y negro, positivo y negativo son aspectos diversos pero propios, naturales y normales de todas las infinitas formas de manifestación del SER (Dios) hace que unos y otros sean igualmente bienvenidos sin rechazar lo que aparece como desagradable ni desear con apego lo agradable.
No hay tendencia más verdaderamente humana que la de querer ser, vivir y realizar lo que en el fondo SOMOS, lo que siempre fuimos en origen y lo que jamás dejaremos de ser.
Es la tendencia a vivir el SER, el Absoluto que somos en el fondo. Es la tendencia al paraíso de la felicidad que somos y del que salimos y lejos del cual hemos vivido exiliados en el desierto repleto de falsos espejismos que se nos aparecen como si fueran la Realidad.
Es evidente que la causa de nuestros sufrimientos suele residir en los muchos deseos que alberga nuestro "ego" y en los temores consiguientes.
Pero como en tantas otras cosas, caemos en el absurdo de querer eliminar los efectos sin quitar las causas.


Mientras vivamos encarnados en un cuerpo tendremos un "ego" que regule nuestra vida existencial. Pero el desarrollo de la madurez humana, es decir, el desarrollo y evolución de la conciencia de sSí mismo, de lo que somos en nuestra naturaleza profunda, hace que el ego quede reducido a su lugar, a su propio objetivo que no es otro que el mantenimiento del cuerpo y la personalidad. Solamente eso.
Cuando por el contrario no hay el suficiente desarrollo de la conciencia en una persona, el "ego" asume la dirección total y absoluta de la persona y queda atrapada por los infinitos deseos absurdos sin orden ni medida. La vida entonces se convierte en una carrera alocada de deseos y más deseos y por ende, de temores sin fin. El "ego" es entonces el dueño de esa vida.
Así puede establecerse esta sucesión de causas y efectos: A mayor "ego" más deseos y temores. A más deseos y temores, más sufrimiento.
Dicho de otra forma: Si quieres eliminar tus sufrimientos, elimina los deseos y temores. Para eliminar los deseos y temores, controla el "ego" y redúcelo a su función propia y exclusiva. Y para controlar el "ego", toma conciencia de ti mismo, de tu realidad central, de tu yo Superior.
Pero ante la realidad actual del sufrimiento ¿qué hacer?
Ante todo ACEPTARLO.
Aceptarlo no quiere decir simplemente resignarse porque no hay más remedio.
Aceptarlo quiere decir tomar conciencia de que ese dolor está ahí porque tiene que estar.
Aceptarlo quiere decir que estamos convencidos de que ese sufrimiento es justo, que es la consecuencia lógica y normal de ciertas causas, aunque de momento sean oscuras o desconocidas para nosotros.
Aceptarlo es decirlo SI sin quejas ni lamentos inútiles.
Aceptarlo quiere decir que sabemos que Dios está con nosotros y preside tanto los momentos de alegrías profundas como los de amargo sufrimiento.
Dios no es sólo el Dios del radiante amanecer sino también el de la noche oscura. Dios de las flores y del cieno, Dios de las tormentas devastadores y de los días primaverales de calma, Dios de las profundidades osucras de monstruos marinos y de los pajarillos juguetones en la enramada, Dios en el rostro candoroso e inocente del niño y en el instinto oscuro del violador y asesino, Dios en el inocente cordero devorado y en el león feroz su devorador.
La ventaja de aceptar el sufrimiento es doble. En primer lugar al aceptarlo, el sufrimiento disminuye y hasta desaparece. En segundo lugar nos señala el camino para nuestra propia evolución y madurez.
La vida toda hasta en sus más nimios detalles tiene un sentido didáctico. Aprender de ella es entender su sentido.


Darío Lostado
(Hacia La Verdad De Ti Mismo)


sábado, 22 de octubre de 2011

EL MUNDO QUE PERCIBIMOS


Nuestro mundo moderno ha caído en el peor de los errores: Se considera real a lo que es pura apariencia cambiante y transitoria, y en cambio se ha negado realidad a lo auténticamente real, la conciencia, la luz que ilumina las apariencias.

Nos hemos quedado abstraídos en el pantalla creyendo que aquellas sombras y figuras que se ven en ella son reales, olvidando que todo ese mundo de figuras existe por la luz que lo crea, lo proyecta y lo hace existir.


Lo real es la luz. Las sombras y figuras de la pantalla son irreales, proyecciones de la luz.

Tú eres lo real. Tú eres la realidad. El mundo que percibes es proyección de tu conciencia.

¿Dejaremos algún día de ser superficiales y distinguiremos Lo Real de lo Ilusorio?


Darío Lostado.
(Mensajes de Realización)

martes, 18 de octubre de 2011

EL AMOR CONYUGAL


Ante los numerosísimos fracasos en los matrimonios hay que examinar y preguntarse qué es lo que está fallando.
Si hemos de ser francos, hemos de reconocer con toda honestidad que son muy pocas las parejas que van al matrimonio con un sentido claro de un amor auténtico y profundo.
En la juventud se va adquiriendo a través de los medios de comunicación, del cine, la Tv. y el sentir vulgar de la calle, un concepto insubstancial del amor, que es lo que predomina en el conjunto de la sociedad. Es el amor utilitario, sensual y a lo sumo sentimentalista.
Esa clase de amor está condenada al fracaso. No da para más.
Esa clase de amor sigue la misma línea y el mismo signo que el sentido todo de la vida de nuestro tiempo.
Suele decirse con una cierta intención educativa que en la vida de pareja debe vivirse como si los dos fueran uno y que uno u otro han de renunciar a sus gustos y preferencias por el otro para que haya paz y armonía en la pareja. Pero creo que este estilo de unión y convivencia idílica es engañoso y se convierte en una espada de doble filo.
Es cierto que debe haber unión entre los dos. Pero los dos deben conservar su propia individualidad con sus cualidades y defectos. Es cierto que si se aman con un amor desde el centro de sí mismos, que suele ser muy escaso y excepcional, no se sentirán dos sino uno, porque en el fondo de nosotros mismos lo único que cuenta es la unidad e identidad de nuestra realidad interna. Pero no es éste el caso que nos ocupa. Hablamos de personas que se conducen con un amor de personalidad y no de la profundidad del ser.
Así, pues, no se trata de que hagan el esfuerzo por sentirse Uno sino que sintiendo que son dos admitan a su pareja con todas sus peculiaridades sin idealizarse uno a otro con cualidades exageradas y sueños vanos.
Por otra parte se dice que deben renunciar a sus propios gustos por el bien de la armonía de la pareja. Cuando esta autoimposición de renuncia es compulsiva, forzada, tarde temprano llegará el cansancio y se tirará todo por la borda en cualquier momento. La renuncia de algo debería ser consecuencia normal y lógica de una aceptación y comprensión del otro tal como es. Porque cada uno comprende que deben aceptarse tal como son. Dicho de otra forma, sería lo mismo que decir que no debe hacer ningún sufrimiento porque hay una aceptación clara y sincera del otro tal como es. Pero esta comprensión y aceptación debe ser muy clara y serena ya antes de constituirse formalmente en matrimonio o pareja. No es fácil imponerse la renuncia o la aceptación después de haberse creado vanos sueños e idealismos angélicos creyendo que su pareja poco menos que le ha caído del cielo envuelta en celofán.
Para una mejor comprensión mutua, conviene de vez en cuando un temporal alejamiento. Si es posible, este alejamiento es conveniente que sea inclusa físico. No para conocer otras parejas, como a veces pueden pensar quienes intentan aparecer como progresistas, sino para revisar su relación con mejor perspectiva y conseguir posteriormente que el reencuentro sea mucho más íntimo, más cordial y feliz.
Para tener una visión completa de un jardín es conveniente salir de él. No podemos formarnos una idea total e integradoramente comprensiva si únicamente lo miramos y observamos desde un rincón por bello que él sea.
Del mismo modo conviene que las parejas observen y valoren los cambios que la evolución natural como personas va realizando en cada uno de ellos.
Uno de los peligros en toda relación humana es el formarse una opinión fija y estática de la persona con la que nos estamos relacionando sin tener en cuenta que la vida es una continua transformación y cada miembro de la pareja sigue también el ritmo del cambio y transformación.
Conviene salir al paso de uno de los tópicos que suelen mantenerse con respecto a la pareja. Suele decirse que para la convivencia sea armoniosa ambos deben coincidir en gustos, ideas y sentimientos.
La convivencia resulta más profundamente amistosa y el amor más comprensivo, precisamente cuando se sabe aceptar que el otro tenga su propio y peculiar modo de pensar, sentir y ser, que no tiene que coincidir con el de su pareja, necesariamente.


Si el otro me dice a todo amén y coincide en todo con mis maneras de pensar y sentir, ¿cómo podré desarrollar mi capacidad de comprensión del otro en cuanto otro? En esos casos el otro se convierte en una resonancia de mis propios gustos, pensamientos y deseos. Pero deja de ser él. Y eso nunca puede ser positivo.
Existen personas que únicamente saben vivir mandando a siendo mandadas. Y ni una ni otra posición es compatible con una fluida, armoniosa y humana convivencia.
En el desarrollo de la persona, una cualidad elemental para convivir humanamente reside precisamente en tener el suficiente equilibrio para no ser una oveja dócil inconsciente un un dictadorcillo déspota y mandón.
En la convivencia amorosa de pareja cada uno debe seguir siendo él mismo con todas sus particularidades y respetar las individualidades del otro. Aceptará cada cual los gustos, ideas sentimientos y preferencias de su pareja con la misma validez con que mantiene los suyos propios.
Todo esto que decimos teóricamente es muy evidente, pero en la práctica resulta un tanto excepcional el creer que los que no piensan como uno mismo tienen tanta verdad y razón como nosotros.
No es el hecho de estar siempre juntos y pensar y sentir lo mismo, lo que hace que la pareja perdure, sino la comprensión y aceptación que se tiene del otro con todas sus particularidades y maneras de ser y pensar distintas de las de uno mismo, pero aceptadas de buen grado con la convicción de que son tan buenas y dignas como las nuestras.
El matrimonio en que uno es el dictador y otro el vasallo sumiso y obediente no es precisamente ejemplo de una buena pareja por más que haya algunas parejas que prefieren vivir así por comodidad. Es posible que en esa pareja haya paz. Pero es una paz poco humana.
En la convivencia y amor de pareja son los dos los que deben desarrollarse y crecer. Y en el caso del vasallaje sumiso ninguno crece ni se desarrolla debidamente.
Vemos, pues, que en principio la causa-raíz de la mayor parte de los fracasos matrimoniales reside en la falta de madurez en la personalidad de quienes forman la pareja.
En cada uno de nosotros existen apetencias físicas, tendencias ideológicas, sentimentales, artísticas...
Cuando la persona no tiene una clara comprensión e integración de todas estas facetas de la personalidad surgen conflictos tanto a nivel personal como en relación con la pareja.
No puede haber una estable madurez de la persona si no hay un reconocimiento claro y aceptación efectiva de cada uno de los varios niveles de la personalidad: físico, mental, afectivo, estético, moral...
Los conflictos surgen cuando, al no haber integrado todas las tendencias de todos los niveles, se da la colisión roce o enfrentamientos entre las tendencias y apetencias de los distintos niveles.
En la personalidad madura hay un reconocimiento e integración de todos los niveles de la persona y los conflictos de desconcierto, duda y desequilibrio, son mucho más escasos y menores.
Si por el contrario se unen dos personalidades inmaduras en una pareja, los conflictos se multiplican por dos.
Ya dijimos que la personalidad inmadura es la que se quedó estancada en la fase infantil del amor. Pues bien, cuando uno de los dos aprende a superar el amor egocentrado en que ha venido viviendo y empieza a tener como destinatario al otro y no a sí mismo es seguro que las cosas cambiarán a mejor, por momentos. El amor posesivo irá cambiando paulatinamente en abierto y generoso.
Ya hemos dicho también en algún momento que en los primeros años de infancia existe en el niño una necesidad perentoria de mimo y cariño.
Durante toda nuestra vida sigue perviviendo en nosotros ese niño que quedó grabado en nuestra mente subconsciente con todas sus características y por supuesto quedó también ese deseo de ser amados y mimados.
Esta apetencia normal en la edad infantil puede convertirse en anormal y patológica en las personas mayortes inmaduras. Y únicamente puede evitarse en la medida en que se va superando el amor egocentrado de la infancia.
La reciprocidad del amor en la pareja es normal y necesaria siempre pero no ya como una exigencia enfermiza sino como expresión del amor consciente, generoso y espontáneo.
Muchos matrimonios de nuestro tiempo fracasan porque se casaron sin haber madurado y siguen sin madurar psicológicamente.
Los celos suelen ser una bueno señal de ello. Es el amor desconfiado, posesivo, exigente y egocentrado que tienen como en su infancia.


La tiranía de los niños con su madre la conservan algunas personas mayores y la ejercen en el matrimonio con su pareja y con sus hijos.
Esta, como todas las tiranías, en el fondo, son efecto de inmadurez psicológica.
Tratando de encontrar la razón de tantas separaciones o el estado de indiferencia a que llegan muchos matrimonios parece que la causa principal hay que buscarla en la desilusión que reciben uno del otro. A veces la desilusión es recíproca. Toda desilusión proviene de una ilusión anterior. Y toda ilusión implica la esperanza de conseguir algo que se considera muy grato y que al fin o no se consigue o no resulta tan grato como se pensaba.
En el fondo, el matrimonio basado en una ilusión es un matrimonio no tanto de amor sino de conveniencia egoísta. Este egoísmo es muy variado y de muy diverso nivel según sea el objetivo de conveniencia que se hubiera propuesto. Quien así se une a su pareja no lo hace por dar algo, por entregarse y ayudar a su pareja a ser feliz sino porque espera conseguir algo que no tenía antes de casarse.
Las personas que se unen con este sentido utilitario e interesado están llamadas al fracaso.
A veces las cosas no van bien en un matrimonio. Pero ellos ven que no pueden separarse por las consecuencias desastrosas que la separación acarrearía. Y ahora, como cuando se casaron, se imponen el criterio de conveniencia.
Se casaron por un sentido egoísta y por el mismo motivo deciden ahora "sobrellevarse" con paciencia y sacrificio.
Cuando se casaron, uno de ellos o quizás ambos, tenían la esperanza y la ilusión de encontrar algo gratificante, útil, agradable que luego no resultó como esperaban. Pero en vista de las molestias y desventajas mayores que se originarían con la separación, optan por mantener el compromiso oficial aunque entre ambos sólo existe psicológica y humanamente nada más que alejamiento e indiferencia.
Esa actitud utilitaria con que llegan al matrimonio muchas parejas, puede llamarse amor aunque sea egocentrado e interesado. Pero un amor de esta clase deja de existir cuando esa conveniencia ya no existe. Es el destino de todo amor inferior.
UN mundo que se desenvuelve con esta clase de amores egocentrados en que hasta lo más sagrado se usa para la propia conveniencia e interés no puede disfrutar de mucha paz y armonía.
Dicen que las células de ls sociedad son las familias. Luego, si en las familias es escaso el amor verdadero y generoso no podemos tener muchas esperanzas de llegar a tener un mundo amoroso y feliz.
Una familia con amor es mucho más que una familia sin discusiones y peleas.
Recuerdo aquella historia del célebre Mullah Nasrrudin. Alguien preguntó a Mullah: ¿Cómo van las cosas entre tú y tu mujer? Y él le respondió: Entre nosotros no hay jamás discusiones. Desde el primer día quedamos en que las cosas importantes, en los problemas graves, trascendentales, seré y quien decida. En los restantes problemas es mi mujer. Pero el amigo le preguntó: Pero ¿a qué cosas llamas sin importancia o pequeños problemas? Es muy claro, respondió Mullah: dónde debemos vivir, a qué colegio deben ir los hijos, qué se va a comer, qué hay que comprar para la casa y los hijos, a dónde debemos ir de vacaciones, cuándo debemos vender o comprar una casa... etc... todo eso es poco importante. Y ¿cuáles son los problemas importantes? le preguntó el amigo. El gran problema es si Dios existe o no. Eso lo decido yo, dijo Nasrrudin.
Una familia con amor es aquélla en que las opiniones son distintas entre sus miembros, pero hay una consciente y voluntaria aceptación de la que en cada caso parezca la más razonable.
El amor es mucho más que armonía y ausencia de disensión. Es la unión del centro de cada uno con el de los otros. Y el amor conyugal es esa unión del espíritu que se complementa con la unión física de los cuerpos en una expresión manifiesta del amor que brota desde dentro y del cual nacen los hijos.
No son los hijos, como se dice frecuentemente, la razón por la que deban mantenerse los esposos unidos, sino el amor, el verdadero amor entre ellos.
Cuando nacen los hijos, nace también con ellos la responsabilidad que tienen los padres hacia sus hijos hasta que éstos sean capaces de manejarse y defenderse por sí mismos. Pero nunca los hijos son o deben ser la causa o razón del amor entre los esposos. La razón del amor es el amor mismo.


Darío Lostado
(Somos Amor)



domingo, 16 de octubre de 2011

TODO ESTÁ ADENTRO


Suele decirse en los ambientes religiosos que debemos ver a Cristo en cada uno de los hombres.

Pero mi voz me dice:

Si Cristo está en todos, está también en ti. ¿Por qué no lo miras y ves en ti? Porque si lo vieras y vivieras en ti, ya no tendrías necesidad de nada más.
El Cristo no vino a vivir entre los hombres para ser adorado. En ningún momento de su vida dijo que le adoráramos. Pero sí dijo repetidas veces que lo imitáramos, que fuéramos como Él era. Más todavía, dijo claramente que todo lo que Él hacía lo podíamos hacer nosotros.
Pero las iglesias se han ocupado mucho del ritualismo de la adoración y del culto y se olvida fácilmente de la presencia viva del Cristo en cada persona, sea quien sea y como sea. Así llevados de un moralismo proselitista y puritano se anatematiza y condena fácilmente a quienes no son o piensan de un modo determinado, olvidando que el Cristo vive en tales personas igualmente, aparte y más allá de sus ideas y hasta de sus actos.


Mi voz me dice igualmente que no es necesario vez a Cristo en los demás para respetarlos, ayudarlos y amarlos. Si te das cuenta que EL SER (Dios) está en ti, como lo estaba en el Cristo, el amar y ayudar surgirá espontáneamente porque eso es lo lógico y propio de tu naturaleza. ¿Por qué buscar razones externas para hacer el bien y amar cuando es tan sencillo verlo mirando dentro de tí mismo?
Acostumbramos a buscar fuera lo que tenemos adentro. Es la errónea tendencia de huir siempre de sí mismos hacia afuera.


Darío Lostado
(...Pero Mi Voz Me Dice...)

jueves, 13 de octubre de 2011

CONFLICTOS CON EL AMOR.


¿Por qué tienes tantos conflictos con el amor?
La queja suele ser: me aman poco; no me quieren bien; yo amo pero no me aman; no me corresponde la persona que quiero.

En esta concepción del amor siempre existe uno que da y otro que recibe.
El amor está ahí como una mercancía. Es el signo de nuestro tiempo: todo tiene un precio y todo se compra y se vende.


¿Acaso el amor es algo que se puede dar o se puede recibir?
Aunque es frecuente la expresión te doy mi amor, nadie da su amor, porque no es un objeto que se pueda dar o quitar. Te amo no significa te doy mi amor, sino me siento Uno contigo y, por tanto, todo lo que hago o puedo hacer por mí, lo hago por ti, me siento en ti como te siento en mí.

No puede haber conflictos con el amor.


Darío Lostado
(Mensajes De Amor)



martes, 11 de octubre de 2011

¿VIVIMOS LA REALIDAD? (II)


¿Qué es lo real? ¿Qué es lo irreal? He ahí una cuestión básico y fundamental en la vida humana que exige una respuesta.
Sin que parezca pretencioso, ésa es una de las preguntas más importantes que podemos y debemos hacernos en nuestra vida. Según la respuesta que le demos será nuestra valoración de las cosas y nuestra filosofía de vida.
Vivir Lo Real como Real es vivir en la Verdad.
Vivir lo irreal como si fuera real es vivir en el error, el engaño, la falsedad. Esto no es algo más o menos importante. Es sumamente importante. El Maestro Jesús dijo refiriéndose a este conocimiento de la Verdad: "Una sola cosa es necesaria".
En el mundo, en la vida diaria, se suele dar más importancia a cualquier cosa, antes que al conocimiento de La verdad de Lo Real.
Estamos tan acostumbrados a llamar y tener por lo único real a lo sensible, a lo cambiante, a lo transitorio que todo lo que no cae bajo el dominio de nuestros sentidos nos puede parecer muy bonito y muy bello, pero utópico e inalcanzable.


Algunas personas cuando leen u oyen hablar de ese infinito y maravilloso mundo de La Verdadera realidad esbozan una sonrisa pensando: ¡Qué ilusos! ¡La verdadera realidad es la de cada día. Otros dicen: "yo no sé si eso existirá o no. Pero de lo que no me cabe duda alguna que existe, es lo que veo, lo que vivo cada día..."
Esa es una postura muy lógica y muy acorde con lo que hemos aprendido, por lo que nos han enseñado y por lo que hemos visto en nuestros padres y educadores. Vemos también que eso es lo que piensan los personajes importantes de la política, en ese sentido se habla y se escribe en los medios de comunicación y eso es lo que sentimos y palpamos cada día en el ambiente en que vivimos. Esa es la realidad, esa es la vida, pensamos.
Hasta en ambientes religiosos se siente así. Suele decirse: "Para acercar Dios al hombre o el hombre a Dios hay que partir de la realidad, de la realidad cotidiana de la gente con todas sus miserias y dificultades..."
Ese es el hecho. Para esas personas religiosas que tienen una sana intención de ayudar a la gente, instruirlos y acercarlos a Dios hay que partir de la realidad de cada día.
Ciertamente, hay que tener en cuenta las circunstancias y las situaciones de las personas para entender sus problemas. Pero si partieran desde La Realidad, lo harían desde Dios, única Realidad.
Conviene tener muy claro que si queremos resolver los problemas materiales y físicos, es cierto que podremos resolverlos en su propio nivel físico. Pero si queremos elevar a la persona a un nivel más alto, jamás lo conseguiremos desde el mismo nivel bajo, sino desde un nivel más elevado. Y entonces sí que tendremos que partir de La Realidad, de La Verdadera Realidad, desde el único nivel en que tienen solución los problemas de fondo de las personas, que es El Ser, Dios.


Probablemente habrá personas que en este momento pensarán: "Para la gente que no tiene qué comer lo real es poder comer". Y es correcto. Aunque se podría matizar. Pero yo no me refiero a estos casos extremos. Me estoy refiriendo a las personas más probablemente destinatarias de estas páginas que no están en tales casos extremos. A quien tiene el problema elemental de subsistencia no se le puede proponer otra cosa sino resolver su problema de subsistir.
Existe el error frecuente de querer resolver los problemas ajenos cuando nosotros mismos estamos naufragando en los mismos problemas que queremos resolver en los demás.
Los que intentan mejorar al mundo harán muy bien si se mejoran primero a sí mismos. Y un principio de mejoría elemental es saber si estamos viviendo fundamentados en La Verdad de Lo Real o en la falsedad de lo ilusorio porque ahí se origina principalmente nuestra filosofía de vida.
No creo que exista en la vida de cualquier persona nada más importante que amar La Verdad y vivir de La Verdad. Vivir lo permanente como permanente y lo ilusorio como ilusorio. Vivir cada cosa como lo que verdaderamente es.
Lo Real es verdadero en sí mismo. Cuando se piensa y se verbaliza, ni las ideas ni las palabras son reales. La Realidad hablada ya no es La Realidad sino verbalización de La Verdad. Por eso, Lo Real, Dios, no se transmite con palabras sino con vivencias. Las palabras solamente transmiten palabras e ideas.
La transformación del mundo y de las personas solamente se realizará en la medida en que vayamos dejando el error de lo ilusorio y nos acerquemos a La Verdad de Lo Real.
La aspiración, por lo menos teórica, de la mayor parte de las personas es realizarse. Y las personas están en camino de su realización o van realizándose en la medida en que van viviendo más desde La Realidad, desde su realidad, desde La Verdad de sí mismo, de lo que es Real, permanente en sí mismo y no desde lo ilusorio, cambiante e impermanente como son sus ideas, sus deseos, sus ambiciones, sus cuerpos, sus aspiraciones pasajeras...
Como se ve, eso significa cambiar de signo casi toda la vida.
No se trata de eliminar nada. Sólo la ignorancia y el error.
No se trata de aborrecer nada. No se trata de destruir nada. No se trata de dejar de vivir en el mundo sino de vivir en él, pero desde La Realidad. Entonces se ve que todas las formas variadas y cambiantes del mundo se interrelacionan entre sí. Entonces se ve que La Única Realidad infinita es la base de todas las formas y está sustentando a todas ellas. Entonces uno aprende a vivir La Realidad como realidad y las formas cambiantes como simples formas. Se trata de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Se trata de considerar real lo que es Real y vivirlo como tal y lo transitorio como transitorio.


Darío Lostado.
(Hacia La Verdad De Ti Mismo)

sábado, 8 de octubre de 2011

¿VIVIMOS LA REALIDAD? (I)


Es frecuente oír reproches como éste: "Tú no vives con los pies en la tierra, vives en las nubes, no estás en el mundo real..."
Normalmente estos reproches suelen hacerse a aquellas personas idealistas, imaginativas, que sueñan con un mundo distinto de lo que es y viven ajenos a la dura experiencia de los hechos diarios.
Los que así hablan se glorian de que ellos se fundamentan en los hechos de la experiencia real. Lo otro, es decir, pensar en otra clase de mundo es para ellos algo irreal.
En las ciencias, algo se acepta como verdadero cuando está comprobado a través de un método científico, es decir, cuando una verdad está corroborada repetidamente por la experiencia bajo unas ciertas normas rigurosas en la experimentación.
Ahora bien, ¿de qué clase es o qué categoría tiene esa experiencia?
Tanto en las ciencias como en la vida común suele valorarse únicamente la experiencia de aquello que es comprobable a través de los sentidos externos de la vista, del tacto... o de instrumentos muy sensibles en los que quede "visible" alguna señal perceptible por los sentidos externos.
De esta manera resulta que, tanto en las ciencias como en el uso común vulgar diario, se considera verdaderamente real aquello que es experimentable o perceptible por los sentidos. Lo demás, es o se llama ideal, meramente subjetivo, imaginado...
Así, pues, a todos los hechos o fenómenos internos, no comprobables por los sentidos externos se les niega toda realidad o se les pone en entredicho.
Pero ocurre que se miden por el mismo rasero, o lo que es lo mismo se valoran por igual tanto los fenómenos mentales, imaginarios, ideales... como los fenómenos y experiencias internas y profundas, las que podemos llamar experiencias místicas pero entendidas en el sentido más exacto y amplio y no en un sentido vulgar, inexacto ni tampoco exclusivamente religioso.
Estas experiencias profundas e íntimas del Ser, evidentemente son de naturaleza muy distinta de las experiencias científicas y sensibles.


Así, pues, podemos señalar tres clases de experiencias: las que se basan y se comprueban a través de los sentidos externos, las mentales, consideradas como subjetivas y propias de los sentidos internos y las experiencias místicas, las más íntimas, en las que no intervienen los sentidos, ni siquiera los internos. Son vivencias del "yo" central, de la conciencia profunda. Ahí no hay sentidos ni mente. En la experiencia mística, el "Yo" central vive y experimenta la plenitud del Ser, de Dios, sin los mecanismos sensoriales o mentales. En estas experiencias no hay pruebas directas externas. Frente a ellas caben diversas actitudes: desde la total negación hasta el deseo de vivenciación y experimentación. Las experiencias místicas no se dan en una clase concreta de personas ni en una determinada religión. Más aún, en Oriente han existido y existen numerosos místicos que no pertenecen a ninguna religión. Ni siquiera al Budismo. Tales personas han llegado a vivir la Unidad con el Ser Absoluto, con Dios, sin referencia alguna a conceptos religiosos, ritos o cultos, sino sólo por la comprensión del Ser en sí mismo.
Cualquiera que con un sano sentido objetivo vea y observe la vida y sabiduría de estos místicos, más allá de toda ciencia y filosofía, comprenderá que toda esa profundidad de saber y esa serenidad y paz inalterable no son fruto de algo sensible o limitado.
Y no es solamente en Oriente donde se dan las experiencias místicas. A veces puede parecer que estos hechos extraordinarios tengan que darse lejos de nosotros. Y no es así. Entre nosotros, en todos los países existen tales personas tanto pertenecientes como no pertenecientes a alguna religión. No son las religiones el único camino hacia la experiencia mística.
La única condición para tales experiencias es una apertura o disponibilidad interior de la persona para que ESO, El Ser, Dios, se haga presente. El modo y circunstancias en que esto ocurre es muy diverso. Este es un tema para otro momento.
Tanto para los científicos como para la gente común que suele regirse únicamente por los sentidos y el mundo sensible, todas estas vivencias y experiencias místicas, todo este mundo de la conciencia (no de la mente) es algo lejano, incomprensible e irreal.


Es curioso observar que ciertas personas, aparentemente muy religiosas y creyentes, admiten "teóricamente", como una creencia más, estas experiencias de ciertos santos. Pero es una creencia diluida. Incluso da la impresión de que "creen" para quedarse satisfechos con "su fe", para dejar tranquila su conciencia. Pero en el fondo y en la práctica, su actitud es de incredulidad.
Así, pues, es un hecho que para la mayor parte de las personas que se rigen por los sentidos y por la lógica racional de lo sensible y perceptible, todo el conjunto de experiencias internas de la conciencia, es irreal. Para ellos únicamente tiene realidad lo que se palpa, lo que se ve, lo que se experimenta a través de los sentidos externos.
Para los místicos, en cambio, y para los maestros de la vida interior, tanto orientales como occidentales, para todos aquellas que han experimentado y vivenciado lo que es el Ser, La Realidad Única, Dios, todo lo que no es esa Realidad, es puramente ilusorio e irreal.
Todo aquello que existe pero es cambiante, transitorio, impermanente, mudable, no tiene verdadera y auténtica realidad. Todo lo que vemos en esos seres es la expresión aparente de Lo Real. Lo Real de verdad no es visible. Son visibles las formas con que se expresa y manifiesta. Esas formas es lo que vemos. Esas formas es lo que suele considerarse comúnmente como real. Son infinitamente variadas. Abarcan todo el Universo visible.
Este mundo sensible que es considerado por la mayoría de las personas como real, como lo único real, para los místicos tiene una muy relativa realidad. Es ilusorio.
La razón por la que el mundo sensible es ilusorio se basa en que todo lo material, lo sensible, está en todo momento en un constante cambio. Su existencia es tan inestable e impermanente que nunca podemos saber nada seguro y cierto sobre ello.
Además, todos los seres visibles tienen como base y fundamento de su existencia al Ser. Los filósofos lo llaman también la esencia. Las formas de las cosas visibles no pueden existir sin El Ser que las sustenta. Los teólogos hablan de la omnipresencia de Dios en todas las cosas. Los filósofos de la esencia que sustenta a todo ser existente.
Aparte de otras consideraciones, lo cierto es que lo real ha de tener una consistencia fija, permanente, ha de ser siempre idéntico a Sí mismo, cosa que no ocurre con las formas visibles de los seres materiales.
Así pues tenemos dos posiciones totalmente distintas y opuestas con respecto a La Realidad, a lo que es Real.
Por una parte para los científicos y también para el hombre de la calle, únicamente es real lo que es palpable, lo que se comprueba con la experiencia sensible. Lo demás, los fenómenos internos y de un modo especial los místicos serán irreales. A lo máximo se las llama "subjetivos" como una pura creación del sujeto.
Por el contrario, para el místico, para quien ha experimentado, vivenciado El Ser, o Dios, en su "Yo" central, ESO, El Ser, Dios, es la ÚNICA Realidad. Es El Ser que siempre ha sido, ES y será siempre idéntico a Sí mismo. Todo lo demás, el mundo visible, solamente son formas infinitamente variadas de expresarse El Ser, Dios. Esas formas no tienen realidad en sí mismas. Solamente son apariencias cambiantes de La verdadera Realidad que en Sí misma no varía. Sólo varía la forma de manifestarse.
Nosotros en lo más íntimo de nosotros mismos SOMOS el Ser, somos ESO. Somos Dios, somos Uno con El Ser, Uno con Dios. Y ese Ser se expresa y manifiesta en nosotros a través de nuestras respectivas personalidades.
(sigue en: ¿Vivimos la realidad? II)


Darío Lostado
(Hacia La Verdad De Ti Mismo)


jueves, 6 de octubre de 2011

SENTIDO DE LA LIBERTAD




¿Quién es libre de verdad?

Hacer lo que a uno le gusta no es libertad, porque está esclavizado a su gusto.

Hacer lo que se tiene que hacer, por convicción propia, es signo de estar libre de presiones o condicionamientos extraños y la persona es auténticamente ella misma, sin la limitación de la ignorancia, el egoísmo o estímulo alguno, ajeno a la acción misma.

Sólo eres libre cuando tu acción es la realización o el desarrollo de tu naturaleza verdadera interna, de lo que tú eres y no de los impulsos individuales egotélicos de tu personalidad.

Solamente son genuinamente libres quienes han superado las pulsiones de su cuerpo y las apatencias necias y frívolas de su ego.

Al ignorar el hombre lo que es, ignora también el sentido exacto de su libertad.



Al estar identificado con su cuerpo, cree ser libre cuando este es libre. Es como moverse libremente dentro de su pequeña celda, dentro de la cárcel que él mismo se ha construido, puesto que se ha identificado y reducido a esos estrechos límites de su cuerpo y de su "ego".

No eres libre cuando hacer "lo que quieres".
Eres libre cuando expresas "lo que eres".

Cuando haces y expresas "lo que eres", tu voluntad está totalmente libre de toda presión y condicionamiento extraño y ajeno a sí mismo.
Cuando haces "lo que quieres", tu querer está frecuentemente determinado por estímulos ajenos a ti mismo.
No son la rejas de las cárceles las únicas que limitan la libertad humana.
Los instintos incontrolados, los convencionalismos sociales, las modas, las ideologías, las creencias, los hábitos físicos y mentales, los tópicos, los hábitos obsesivos, el afán de riquezas y posesiones... son las rejas más crueles y esclavizantes del hombre.

Se requiere coraje para ser libre. O mejor y más simple todavía, se necesita sabiduría, conocimiento auténtico de sí mismo.
Si tienes conciencia clara de "lo que eres", todo lo demás resulta tan insignificante e irrelevante que deja de tener atractivo alguno para el sabio y conocedor de sí mismo.

Todo aquello que es objeto de deseo apremiante y obsesivo en el hombre vulgar, resulta necio y despreciable a los ojos del sabio consciente de sí mismo.

El hombre sabio y consciente de sí se mantiene siempre en su centro, desde donde se siente libre y disponible para ir siempre en todas las direcciones.
El hombre vulgar y desconocedor de sí mismo es atraído tironeado en la dirección en que la pulsión del momento sea más fuerte que las restantes.
El hombre sabio es dueño de sí. Nada externo o ajeno a sí mismo lo inmuta. Se siente UNO con El Ser y distingue bien lo que es el Ser mismo y lo que son las formas infinitas y variables de manifestación del mismo. Sabe distinguir entre lo permanente y lo variable, "lo que es" y lo que "parece ser", lo real y lo ilusorio. Distingue con claridad El Ser y sus formas de manifestación.
El sabio es libre porque nada ajeno a sí mismo lo domina. Él conoce cada una de sus tendencias y aspiraciones y distingue bien las demandas de su ser interno de los tironeos de los instintos ciegos y los deseos obsesivos del ego necio y engreído.
Sólo el sabio conocedor de sí mismo disfruta del gran don de la libertad.


Darío Lostado
(Tu Vida Tiene Sentido)



martes, 4 de octubre de 2011

LIBÉRATE DEL ORGULLO


Ser orgulloso es una bufonada cómica.

Mi amigo era un hombre de éxito. Con sincera modestia me confesó. He experimentado todo, lo dulce y lo amargo. He vivido en la pobreza y también en la abundancia, en el poder y la gloria lo mismo que en el fracaso y soledad, en los halagos y aplausos lo mismo que en el desprecio indiferente... Y después de todo eso, ahora veo que todo éxito mundano es volátil como el humo y deja un aterrador vacío cuando te enfrentas contigo mismo.

De niños nos enseñan y preparan para triunfar en algo, como el objetivo fundamental de nuestra vida. Nos dicen que lo importante es destacarse de los demás, ser los primeros...

Después vamos viendo en la vida de cada día, que existe, a todos los niveles, una competencia para ver quién es mejor y quién vale más o quién puede más...

Los artistas suelen tener como objetivo principal cosechar triunfos y aplausos.
Otros quieren ver sus nombres en las revistas, periódicos, carteleras...
Todos ansían aparecer como importantes...

Cuando este ridículo y necio espectáculo de la comedia humana se observa con atención serena, da pena y risa a la vez.
Si el orgulloso viera su postura cómica, tendría lástima de sí mismo y de su orgullo vano.



Quienes realmente son o fueron superiores a los demás jamás se pavonearon de nada. Por eso son superiores.

Las alabanzas y aplausos del mundo entero no añaden ni un ápice a nuestro verdadero ser real. No somos más con alabanzas que sin ellas, aunque para muchos aparentemente pareciera que con alabanzas se sienten dueños del mundo y sin ellas, caen en una profunda depresión.

Sería bueno que cada uno distinguiera bien que el éxito interno del ser humano consiste en ser y hacer lo que tenemos que ser y hacer en cada momento. Este es el auténtico éxito.

El éxito externo es el reconocimiento de los demás. Pero este éxito jamás será total porque siempre habrá quien piense y sienta de otra manera, y lo que otros consideran plausible, ellos lo consideren detestable. Este éxito externo es, como todo lo humano, fugaz, veleidoso y volátil como el humo. Hoy está y mañana ha desaparecido.

Quien sabe buscar el éxito interno de ser y hacer lo que debe ser y hacer, jamás sentirá desilusiones, desengaños o depresiones. Solamente se desengaña quien previamente se engañó.

No seas cómicamente orgulloso.


Darío Lostado
(Atrevete A Ser Libre)

domingo, 2 de octubre de 2011

REALIZACIÓN


Todos tenemos algún trabajo determinado que hacer en nuestra vida. Pero son muy diversas las maneras de trabajar.
Muchos trabajan, muy a su pesar, por sobrevivir.
Otros, por el noble empeño de mantener a su familia, de la que se sienten responsables.
Otros lo hacen por ganar más y más y poder adquirir posesiones para tener un mejor nivel económico y social.
Otros trabajan por amor propio, para tener éxito en la vida y sentirse gratificados por la admiración de la gente.
Por fin, algunos trabajan para realizarse como personas, conscientes de su capacidad creadora. Estos no necesitan ninguna gratificación exterior. Sólo buscan actualizar sus potencialidades como personas.





Darío Lostado
(Mensajes de realización)