Soy alguien.
Soy persona.
Son muchas las personas que hay en el mundo.
Pero no parece que sean muchos los que se den cuanta de ello.
Ayer estuve en el parque.
El suelo estaba cubierto de hojas amarillentas.
Caían aquí y allá más y más hojas nuevas que alfombraban el suelo húmedo de otoño.
Los niños correteaban por el parque pisoteando las hojas moribundas.
Oleadas de viento cálido del sur arremolinaban las hojas inertes y livianas.
Eran llevadas y traídas por cualquier impreciso y leva soplo de viento.
Los versos del poeta se asomaron a mi mente:
"Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son.
Las ilusiones perdidas
son hojas ¡hay! despendidas
del árbol del corazón."
Como en un desfile rápido y veloz
pasaron por mis ojos y mi mente
miles y millones de hombres y mujeres
que se arrastran por la vida
traídos y llevados por cualquier vientecillo del momento,
por cualquier palabra, por cualquier situación...
Como las hojas del árbol caídas...
¡Si por lo menos se dieran cuenta
que su vida sigue viviendo en el árbol!
Ser persona no es ser una hoja muerta, inerte, seca, sin vida.
Ser persona es ser alguien que sabe quién y qué es,
y que sabe y puede gobernar su dirección y su rumbo.
El viento sopla en cualquier dirección.
Las hojas muertas son llevadas y traídas en cualquier dirección.
Pero la persona decide su propia dirección.
A veces su dirección es la de la brisa suave y blanda.
Otras veces su dirección es contra vientos huracanados.
Pero la persona sabe quién es, de dónde viene y a dónde va.
Me quedé sentado en un asiento del parque.
Delante de mí pasaban hombres y mujeres.
Los niños corrían.
Poco a poco hojas y personas se confundían.
Ya casi no sabía cuáles eran hojas y quiénes personas...
Los vientos, distintos vientos, llevaban a unas y otras.
Pero todas eran llevadas por los vientos.
De vez en cuando atravesaba la escena,
alguna persona libre y consciente de sí
brillando entre personas y hojas
como los rayos del sol brillaban
entre las ramas semidesnudas de los árboles.
Ser persona a favor del viento y contra los vientos.
Ser persona sabiendo que aunque la hoja seca caiga
uno sigue viviendo en el árbol.
La hoja otoñal sólo se cae
para dar paso a otra hoja joven y nueva.
La ola se retira de la playa
Para dejar lugar a otra nueva ola.
¡Qué alegría ser persona!
Darío Lostado
(Vivir Como Persona)
Como en un desfile rápido y veloz
pasaron por mis ojos y mi mente
miles y millones de hombres y mujeres
que se arrastran por la vida
traídos y llevados por cualquier vientecillo del momento,
por cualquier palabra, por cualquier situación...
Como las hojas del árbol caídas...
¡Si por lo menos se dieran cuenta
que su vida sigue viviendo en el árbol!
Ser persona no es ser una hoja muerta, inerte, seca, sin vida.
Ser persona es ser alguien que sabe quién y qué es,
y que sabe y puede gobernar su dirección y su rumbo.
El viento sopla en cualquier dirección.
Las hojas muertas son llevadas y traídas en cualquier dirección.
Pero la persona decide su propia dirección.
A veces su dirección es la de la brisa suave y blanda.
Otras veces su dirección es contra vientos huracanados.
Pero la persona sabe quién es, de dónde viene y a dónde va.
Me quedé sentado en un asiento del parque.
Delante de mí pasaban hombres y mujeres.
Los niños corrían.
Poco a poco hojas y personas se confundían.
Ya casi no sabía cuáles eran hojas y quiénes personas...
Los vientos, distintos vientos, llevaban a unas y otras.
Pero todas eran llevadas por los vientos.
De vez en cuando atravesaba la escena,
alguna persona libre y consciente de sí
brillando entre personas y hojas
como los rayos del sol brillaban
entre las ramas semidesnudas de los árboles.
Ser persona a favor del viento y contra los vientos.
Ser persona sabiendo que aunque la hoja seca caiga
uno sigue viviendo en el árbol.
La hoja otoñal sólo se cae
para dar paso a otra hoja joven y nueva.
La ola se retira de la playa
Para dejar lugar a otra nueva ola.
¡Qué alegría ser persona!
Darío Lostado
(Vivir Como Persona)
Preciosa entrada!
ResponderEliminarGracias Guille _/\_