AMIGOS Y SEGUIDORES DE ESTE BLOG

miércoles, 28 de abril de 2010

¡ ALÉGRATE!


TIENES UN GRAN MOTIVO

Te encontré una tarde cualquiera. Estabas triste.
Te pregunté: ¿Por qué estas triste? ¿Por qué tus gestos, tus facciones, tus sentimientos, tus palabras son tristes?

¿Es que acaso crees, me contestaste, que puedo estar de otra manera? La vida es dura y difícil. La gente es egoísta, cruel, mala. Cada uno solamente va a lo suyo y piensa sólo en sí mismo. Uno se lleva cada día nuevas frustraciones. Estoy desilusionado.

Ya, fue mi única respuesta.
No quise afirmar ni negar nada de lo que decías porque a un corazón cerrado no se le puede razonar ni hacer ver nada claro.

Pasaron unas semanas. Te encontré de nuevo. Estabas alegre, eufórico.
¿Por qué estás tan alegre? te pregunté.
Y me contaste que en el trabajo te habían ascendido de puesto y te habían subido el sueldo.
Reconocí que tenías un pequeño motivo para estar contento. Pero tu cambio había sido demasiado radical por tan pequeña cosa.
Reprimiendo muy conscientemente el impulso automático reactivo de felicitarte, me callé.
No podía felicitar tu inconsciencia, ni tu injusticia con la Vida. Un simple reconocimiento externo de un jefe de trabajo y un aumento, más simbólico que efectivo en tu sueldo, hicieron en ti lo que la Vida con todos sus infinitos regalos de cada día no había logrado conseguir. ¡Qué pena!
¿Quién estaba fallando, la Vida o tú?
La Vida nos regala innumerables dones externos cada instante. Nos de la luz del día, los pocos o muchos bienes que tenemos en casa. Nos de el aire que respiramos, el sol que nos calienta, los amigos y familiares que nos acompañan, la energía del cuerpo y de la mente...

Tú que estás leyendo puedes pensar quizás, que nada de esto tienes o es insuficiente. Quizás no lo tengas en el grado que quisieras tenerlo. Pero lo más importante es que no sabes verlo y disfrutarlo.
Pero sea como sea, te diré algo importante. Por más que tengas todos los dones que La Vida nos da en abundancia, nada de ello por bueno y agradable que sea puede ser la causa de nuestra verdadera alegría.
La causa de tu verdadera alegría será algo que nunca te pueda fallar, que siempre puedas tener, que nadie te puede quitar, algo que está en ti y no depende de los demás.
La vida, la familia, la salud, los amigos, las comodidades... son buenas y agradables. Pero todo eso es transitorio e inestable.
Es necesario que la causa de nuestra verdadera alegría sea algo permanente, fijo, estable, seguro.
La verdadera causa de nuestra constante alegría sólo puede basarse en vivir conscientemente desde la realidad fecunda, desde la plenitud de gozo y amor que tú y todos somos. Podemos y debemos estar alegres por lo que somos. No por lo que tenemos.

¡Ah! me dijiste, eso no es posible.Eso nadie lo hace. Es muy difícil. Nadie lo consigue.

Te interrumpí y corté tus palabras. Eres injusto, te dije, con La Vida y ahora también eres injusto con la gente. No juzgues a los demás. Porque ciertamente hay personas que eso lo viven cada día. No extiendas tu inconsciencia y tu cobardía a los demás. Hay muchas personas que han decidido vivir por lo que ellos son y no por lo que tienen o por lo que les ocurre en la vida. Tienen conciencia clara de sí mismos y gozan de ser y vivir lo que son.
La verdadera alegría está siempre o casi siempre en proporción directa con la lucidez de conciencia.
Cuanto más amplia y lúcida es nuestra conciencia sobre nosotros mismos, más profunda, verdadera y duradera es nuestra alegría.
Vivimos casi siempre a impulsos de estímulos externos y bailamos al son que nos tocan. Si nos tocan una melodía agradable, con una alabanza, con un aprecio, un reconocimiento... nos sentimos felices. Pero basta que una simple palabra,, una simple noticia, un reproche, un desagradable comentario llegue a nuestros oídos para que caigamos de la euforia en una profunda tristeza.
Nuestro estado de ánimo es tan variable porque la causa y la base en la que se sustenta es inestable, cambiante y sin consistencia.
Nuestro ánimo está casi siempre a merced de lo de fuera. Nuestra alegría es tan inestable como los estímulos que la provocan.
¿Por qué esperar a que ciertas cosas nos vayan bien para estar alegres?
Hay algo que siempre está bien, está perfecto, completo.
Hay algo que siempre es y está como tiene que ser y estar.
Ese algo es nuestra verdadera realidad, lo que somos en lo más profundo de nosotros mismos. ¿Por qué no alegrarte por ello?

Me dirás como siempre que eso es difícil de conseguir, que son pocos los que viven así... etc...
Pero si tú no lo vives, es porque no te has propuesto hacerlo.
Basta que mires con atención una y otra vez y sentirás tu verdadera naturaleza consciente y amorosa que está palpitando dentro de ti, de mi, de cada uno.
Esto no sería cierto si la causa de nuestra alegría estuviera fuera de nosotros. Pero no es así. Está dentro. No fuera.
Ver, sentir y vivir desde ti mismo, sólo depende de ti.
Tú puedes sentir y vivir esa inmensa y gozosa realidad. Vívela. Siéntela. Entra dentro de ti mismo. Es más útil y provechoso que vivir derramado hacia fuera, hacia las cosas.
En ti está la única alegría verdadera y permanente.
No puede ser de otra manera porque es la misma naturaleza de Dios.

¿Por qué estás triste?
La felicidad que necesitas y buscas ya está en ti. ¿Para qué buscarla en otra parte?

Alégrate, hombre, alégrate. Tienes un gran motivo para éllo.


Darío Lostado
(Vivir Como Persona)


4 comentarios:

  1. Sabia locución,
    en estado de yoga se alcanza esa alegría profunda, que es lo que en realidad somos en esencia primordial, aveces nos desviamos y perdemos la objetividad, pero lo importante es, en mi opinión, estar en el intento, darse cuenta y volver a nuestro centro, tantas veces como haga falta. Podemos conseguirlo, como bien dice el texto.. esta demostrado.

    Buen texto, un refuerzo para mis intentos.

    Om shanti

    un muxutxu

    ResponderEliminar
  2. Hola Nork.

    No hay que bajar nunca la guardia ¿verdad?

    Animo!

    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  3. Buen texto Guillen, me recuerda mucho las formas y maneras de Blay...
    Un fuerte saludo...

    ResponderEliminar
  4. Hola amigo Confuso.

    No es de extrañar que te recuerde a Antoni Blay. No en vano Darío fue discipulo y amigo de él.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Siéntete libre de comentar. Gracias.