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domingo, 21 de noviembre de 2010

TRANSMITIENDO PAZ



En la vida diaria nos encontramos con muchas personas ansiosas, tensas, inquietas, atormentadas, sin paz. Por el contrario, no son muchas las que trasparentan, traslucen e inspiran paz en sus rostros y su vida. Algunas tienen una cierta serenidad exterior, tranquilidad aparente.

Pero mi voz me dice:

La paz solamente la pueden traslucir exteriormente los que la poseen interiormente. Y sólo la viven en su interior quienes están en armonía consigo mismo. Y tienen armonía interior quienes en la vida práctica y concreta de cada momento son conscientes de su ser interno, de su naturaleza esencial. Entonces y sólo entonces desaparecen los deseos ansiosos y ambiciones envidiosas de posesión porque saben y se sienten poseedores de todo cuanto de bueno pueden desear. Entonces y sólo entonces desaparecen los deseos ansiosos y ambiciones envidiosas de posesión porque saben y se sienten poseedores de todo cuanto de bueno pueden desear. Entonces desaparecen los miedos porque se ve que LO QUE UNO ES, no se puede perder ni nadie lo puede quitar. Entonces desaparecen los estados de malhumor y enfado porque se ve que no vale la pena enfadarse por nada pues los motivos de los enfados se ven como lo que son, baladíes, sin fundamento, insubstanciales.


Cuando uno toma clara consciencia de sí y ve que casi nada, por no decir nada de lo que le quita la paz es importante, entonces las inquietudes e intranquilidades cesan por sí mismas. Cuando el malestar e inquietud no desaparecen se debe a que la consciencia de sí mismo es débil e imperfecta. Es un termómetro que no falla. A mayor consciencia de sí, más paz y menos inquietudes y ansiedades. A menos consciencia de sí, más y mayores ansiosas tensiones y altibajos de ánimo.
¿Para qué buscar explicaciones complicadas si la verdadera explicación es simple?


Darío Lostado
(...Pero Mi Voz Me Dice...)


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