Pasaba una mañana de verano por delante de una carnicería.
En la puerta, un regordete y simpático cachorrito de perro mordisqueaba una gran salchicha que la daba su joven amo.
El joven se la dejó en el suelo y entró en la tienda. El cachorrito, echando una mirada de apetito a la salchicha se fue adentro de la tienda con su amo. El joven salió con el cachorro para que comiera la salchicha. Mientras él permanecía con el cachorro dándosela con la mano, el perrito la comía feliz. Pero cuando el joven entraba en la tienda, dejando la salchicha en el suelo, aunque mirándola con gula, seguía a su amo dejando la salchicha. Al fin el joven entendiendo el deseo de su cachorro, mantuvo la salchicha en su mano hasta que el perrito gustoso y feliz la comió toda.
El "yo" físico del estómago del perrito amaba la salchicha. Pero su "yo" afectivo amaba a su amo. Y este amor era mayor que el otro.
Cuando se aunaron los dos deseos, el de comer la salchicha y el de estar con su amo,. el perrito se sintió feliz.
Antes de adentrarnos en el tema hemos de ver y notar con claridad que hay dos maneras de enfocar el sentido del amor: uno es el sentido profundo que no es sino el sentimiento subjetivo de unidad entre el ser que ama y el amado, donde ya no son dos sino uno, distinguiéndose y respetándose las diferencias personales accidentales y otro el sentido en que suele entenderse el amor por la mayoría de las personas, que consiste en una atracción y deseo hacia lo que resulta apetecible y bueno.
Hablaremos primero de la clase de amor más corriente y más vulgar entre la mayor parte de las personas.
El que sea mayoría el número de personas que aman y sienten así sobre el amor no lo constituye por eso en bueno y verdadero.
Lo único que podemos afirmar es que la mayoría vive en el error de considerar amor verdadero lo que es un amor a medias, un amor muy elemental. Así nos podemos dar cuenta de que por más que se diga en la vida corriente que "se ama" o que "se hace el amor"... la gente sigue viviendo huérfana de amor.
Hemos dicho que lo que normalmente se entiende por amor es la atracción o deseo que se siente hacia algo o alguien que se considera deseable, bueno o útil.
Todo ser vivo, plantas, animales y seres humanos sienten esa atracción hacia lo que les resulta útil, provechoso, agradable o bueno.
Para todos es suficientemente manifiesto y evidente, a poco que se observe la naturaleza, las atracciones, apetitos e inclinaciones que sienten las plantas, los animales y por supuesto el ser humano.
Dejamos, pues, claramente establecido que a la atracción que se provoca en todo ser vivo hacia algo o alguien que aparece como deseable y apetecible se le llama amor. Así suele decirse que ciertas plantas aman la sombra y otras en cambio aman el sol.
Es obligado reconocer que éste es el sentido que, en la vida social, corrientemente rige, en la práctica, la vida de la mayoría de las personas.
Es un amor del nivel físico-sensitivo. Y en cierto sentido del nivel psíquico inferior.
Para comprender las múltiples contradicciones que oímos y vemos en la vida diaria sobre tantas relaciones amorosas "apasionadísimas" (!!) hoy y reducidas a cenizas mañana, es necesario distinguir bien de qué nivel de amor se trata.
Cuando más adelante hablemos del amor-amor, del amor que brota del centro amoroso y no de los sentidos físicos periféricos, veremos que estas contradicciones y altibajos absurdos desaparecen, porque el amor a nivel profundo es unidad esencial y armonía vital sin fisuras.
Únicamente en el nivel de la personalidad se dan las contradicciones y las desilusiones amorosas. Nunca a nivel del espíritu.
Todo cuanto el ser humano hace en su existencia lo hace por amor. El único motor de la vida es el amor.
Todo es amor y no hay cosa alguna que no sea manifestación y expresión de amor.
Aunque parezca una paradoja, hasta los crueles actos de injusticia y odio son producto de amor. Un amor desvirtuado y desviado por la ignorancia y el bajo nivel de consciencia. Pero la energía por la que esas acciones son realizadas brota siempre de la energía amorosa.
Todo ser, toda acción es efecto de la Realidad-Amor que siempre es positiva, aunque los mecanismos intermedios o instrumentos la usen o dirijan destructivamente, sobre todo, el mecanismo mental.
Cuando la conciencia se mueve en un nivel bajo y elemental de desarrollo, su impulso está torpe y erróneamente dirigido, más a la destrucción y desunión que a la armonía unificadora.
A ese impulso desordenado y erróneamente dirigido lo calificamos y llamamos conceptual y verbalmente como odio. Pero la energía que lo impulsa solo puede ser amor.
Todo cuanto existe, toda acción tiene su origen en la esencia Una, en la energía Una, en el Ser Uno que es Amor.
Él es Uno indivisible, Por eso es amor infinito. Cuanto más Uno, más Amor. Porque Amor es la Unidad. Así como toda división o desunión es llamada desamor u odio.
Todas las acciones humanas llamadas egoístas o defectuosas son sombras del amor. Ellas no son el amor pero señalan al amor como a su fuente y origen, que las proyecta y las produce.
Y es que detrás de todas la acciones por más egoístas, malévolas u odiosas que parezcan hay una intención de bien y amor por pequeño, limitado, erróneo o egoísta que sea.
Todas las envidias, injusticias, recelos, desamores y odios que diariamente percibimos en nuestro mundo son sombras del Amor. Los podemos llamar pequeños o falsos amores. Pero las palabras que usamos son únicamente conceptualizaciones del Amor. La Realidad, toda realidad es solamente Amor. Lo que llamamos desamor u odio es únicamente una conceptualización de las sombras del amor.
Yo estoy escribiendo por amor. Tú lees por amor.
Las acciones o conductas aparentemente de desamor no son sino el efecto de vivir, ver y juzgar por las sombras o los reflejos
La Realidad que está más allá de los reflejos y las sombras no puede ser nada más que Amor.
El fin o sentido de la vida humana es liberarse del error de las sombras y los reflejos para llegar a la Verdad de La Realidad, del Amor.
Mientras juguemos con amores objetivos, conceptualizados, idealizados estaremos jugando a ser buenos, a ser más o menos amorosos...
Cuando tomemos conciencia del Amor que somos como realidad verdadera, dejaremos de hacer teatro en la vida representando personajes simpáticos, atractivos, triunfadores, buenos o amorosos.
Es conveniente que sepamos a qué nos referimos en cada caso cuando para cosas tan distintas usamos las mismas palabras.
Una cosa es el amor intimo y central del espíritu por el que una persona se siente una con la persona amada y otra cosa muy distinta es el amor por el que una persona tiende a estar o conseguir a otra persona porque la encuentra agradable, útil o conveniente para sus fines y satisfacciones egoístas.
Es necesario saber distinguir aquel amor superior del espíritu, de este otro egoísta de la personalidad psicofísica. instintiva.
Sabemos que el amor-amor del espíritu no es muy frecuente. Pero no quiere decir que no exista y uno sea una realidad de cada día, aunque escasa, entre personas humanamente muy desarrolladas. Es el amor al que estamos llamados y destinados todos. Pero la mayoría de las personas se quedan atrapadas en la maraña de las pretensiones individuales de la personalidad. Y se crean un amor egocentrado de personalidad con el que se manejan prácticamente toda su vida.
Este sentimiento de atracción física, mental o afectiva es siempre egocentrado. Aun en los casos que parecen más espirituales, como en el de tantas personas que dicen que aman a Dios, lo hacen "para ir al cielo". No es corriente encontrar aquel amor:
"...Muéveme en fin tu amor
y en tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera."
Este amor, aunque generoso y desinteresado es un amor de personalidad, porque el que ama se siente una persona separada individual y distinta de la persona amada.
En el nivel en que se desenvuelve la mayoría de las personas, éste sería y es el amor perfecto. Y sería deseable que fueran muchas las personas que amaran de esta manera.
Lo corriente y más común es ese amor egocentrado interesado, que busca la complacencia de los sentidos e instintos o del sentimentalismo sensible y emotivo.
Es evidente que la palabra amor en el lenguaje corriente es una palabra equívoca.
Darío Lostado
(Somos Amor)
Hermoso sentir en estos escritos.
ResponderEliminarsaludo desde…
Abstracción textos y Reflexión.