Meditar es un término polivalente.
Pero la meditación verdadera, la que se requiere para el encuentro consigo mismo no es algo que hay que hacer, no consiste en ninguna acción, sino que es una actitud de ser.
En nuestra vida moderna se valoran primordialmente y casi exclusivamente las acciones. Aquello que requiere acción más intensa es valorado y premiado más.
No ocurre lo mismo en el nivel de conciencia en que trabajamos para contactar con El Ser, con el centro de nosotros mismos. En este trabajo la mayor acción está en la no-acción.
La meditación, en este trabajo, no consiste en hacer algo sino en disponerse para que algo ocurra.
Para disponerse para ese suceso, para ese contacto con El Ser, lo único que hay que hacer es vaciarse, no hacer nada, quedarse sin nada, estar puramente disponible, con la aspiración profunda de ser en El Ser.
Hay que quedarse libre de pensamientos, libre de deseos, libre de acción, solamente atento y muy despierto ante El Ser.
Así como la mayor intensidad de ser está en el vacío, en lo que aparentemente a los sentidos externos es nada, así el mayor acontecimiento, el suceso más extraordinario para el ser humano, ocurre en la no-acción, en la ausencia total de acción.
Los físicos modernos nos hablan de los agujeros negros del espacio. Dicen que consisten en un vacía absoluto. Y ellos mismos dicen que esos agujeros negros, ese vacío absoluto, es precisamente la mayor condensación e intensidad de energía. En la, aparentemente, más absoluta nada, está la mayor intensidad de Ser.
Lo más perfecto, El Ser, Dios, es lo más simple, lo más invisible, lo menos perceptible sensorialmente. Pero es el ser más auténtico, el verdadero ser, el único ser. Todo lo demás es la manifestación de ESO inmanifestado.
Muchas personas tienen miedo a estar solas, tienen miedo de pensar, de enfrentarse consigo mismas, tienen miedo de no pensar, tienen miedo a verse, de mirarse. Pero todavía tienen mucho más miedo de no pensar, de quedarse en silencio absoluto por fuera y por dentro. Tienen mucho más miedo de quedarse sin el apoyo de las sensaciones exteriores y de los mismos pensamientos que siempre suelen acompañarnos.
Generalmente somos reacios a no-hacer, a no-pensar. Nos han educado para la acción competitiva, dominante y adquisitiva. Así, vivimos constantemente encerrados en pensamientos, proyectos, objetivos.
Frente a ese hábito en el que hemos sido educados, existe otro modo de estar y comportarse. Es la actitud y el estado de estar vacío de todo y disponible al Ser, al que ES TODO.
Esa actitud, ese estado de estar y ser, es la meditación.
Los otros tipos de meditación pueden ser útiles para otras cosas. Pero todas esas cosas serán del plano existencial ilusorio e impermanente. No del plano esencial, real y permanente.
Jamás podremos llegar a la simplicidad y perfección del Ser, de nuestro ser, por medio de la complejidad de la mente con sus contenidos múltiples y confusos.
La meditación, con el silencio absoluto de la mente, es necesaria para el feliz encuentro con El Ser, con nuestro verdadero Ser, en el centro de nosotros mismos.
La mejor meditación es no-pensar, silenciar la mente con todos sus contenidos.
Cuando haya vacío y silencio en tí, quedarás lleno de ti mismo, de la felicidad y amor que eres. Entonces nada podrá inquietarte porque sabrás por propia experiencia que todo lo que puedes desear ya lo eres, y que nada ni nadie te puede quitar lo que eres porque eres UNO con El Ser, con Dios.
Si entiendes lo que estoy diciendo, aunque sólo sea intelectualmente, te invito a que empieces a intentar esta experiencia, porque es una señal muy probable de que existe en ti una demanda de algo más y lo mejor de lo que estás haciendo y viviendo. ¡Adelante!
Darío Lostado
(Hacia La Verdad De Ti Mismo)
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