Mientras la persona no está asentada y centrada en sí misma, depende de los estímulos exteriores.
Una buena noticia de un pariente te causa alegría. Y al momento otra noticia triste o dolorosa te hunde en la tristeza.
No se trata de no tener sentimientos. Se trata de mantener la serenidad ante los acontecimientos tristes o agradables. Esa serenidad es fruto de una conciencia lúcida que sabe aceptar los acontecimientos en su justa medida. Los acontecimientos y situaciones no son mi yo.
¿Feliz aquella persona a la que ni el éxito ni el fracaso la sacan de su estado sereno del alma porque sabe que, tanto el uno como el otro, son dos impostores engañosos en nuestra existencia!
Los sabios, las personas con lucidez y que conocen el valor de los acontecimientos, reciben la enfermedad como algo que Dios les manda. Y del mismo nodo toman un premio de la lotería o un éxito en su profesión. Uno es desagradable y otro agradable, pero la persona lúcida acepta los dos como oportunidades para crecer en su conciencia.
Los ignorantes viven a expensas de los acontecimientos, sin paz en el alma porque cualquier posible adversidad los atormenta.
Darío Lostado
(Despertar A La Conciencia Día A Día)
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