La historia de aquel hombre es la historia de muchos otros.
Estaba ya avanzado en la madurez de su vida.
Con esa característica, propia de los que saben ver, reflexionar, investigar y analizar consciente y sinceramente su vida, echó un vistazo atrás en su pasado.
Recordaba momentos de aplausos y alabanzas.
Recordaba los momentos en que era admirado, seguido, imitado, obedecido y alabado por propios y extraños.
Recordaba los días en que era invitado a reuniones y fiestas, solicitado por grupos, familias y personas para que diera sus consejos, enseñanzas y orientaciones.
Recordaba aquellos días en que su "ego" se sentía satisfecho y engordado en su estúpida vanidad.
Recordaba aquellos momentos de éxito externo, por el que él como el común de las personas tanto había luchado por conseguir.
Y tuvo éxito y alabanzas y gloria y adulación.
Pero también recordaba aquellos otros momentos más duros y tristes en que fue zaherido, criticado, traído y llevado por dimes y diretes, calumniado, olvidado y arrinconado.
Miró serenamente aquellos días, los de gloria y los de olvido y tristeza.
Y vio que todo había sido un vano sueño de fuegos fatuos o de negra y dura pesadilla.
Se dio cuenta, ahora que lo miraba con la perspectiva del tiempo y la lucidez alcanzada, que todo había sido humo. Las palabras de Salomón resonaban en él con su verdad machacona viendo que todo en su vida había sido "Vanidad y vanidades y todo vanidad".
Solamente las personas sensatas y conscientes o los que están intentando seriamente serlo, se dan cuenta de la inestable transitoriedad de los acontecimientos de la vida con tantos absurdos esfuerzos, sinsabores y trabajos inútiles para almacenar vientos o adquiriendo ávidamente cosas y cosas que se esfuman y desaparecen como la arena seca y fina en un puño.
Se dice: el pasado no existe; el futuro no existe. Sólo existe el presente. Pero este presente es tan inestable que en cualquier momento lo que llamamos presente se está convirtiendo en pasado al mismo tiempo de nombrarlo. Porque el tiempo es una creación de nuestra mente. Y las cosas medida por el tiempo son tan ilusorias cambiantes y transitorias como el tiempo con que las medimos.
El tiempo no existe. Sólo es una creación de la mente para medir las cosas cambiantes.
Esta reflexión, que para algunos pudiera parecer pesimista, es todo lo contrario.
Cuando hay un sueño, hay alguien que sueña. El sueño es ilusorio pero el soñador es real.
Por debajo y más allá de las cosas concretas de la vida que son transitorias e inestables, hay algo que las sustenta que es permanente y estable.
Vivimos un sueño. El que está soñando sus sueños nocturnos de tal manera vive su sueño que el organismo reacciona según los estímulos vividos en el sueño. Si fuera posible que alguien le dijera que lo que está viviendo en sus sueños no es real, reaccionaría asegurando que lo que él estaba viviendo en sus sueños era totalmente real y verdadero. ¿Quién podría convencerlo de lo contrario?
Vivimos en gran manera del pasado. Pero no aprendemos del pasado. Vivimos pendientes del futuro inexistente. Creemos vivir el presente, también inexistente. ¿Cuál es realmente la calidad y consistencia de lo que decimos vivir?
Si por lo menos la transitoriedad e "ilusoriedad" del pasado nos enseñara algo...! Pero cada día cometemos el mismo error: tomar como permanentes las cosas que son transitorias.
Quizás teóricamente decimos que sabemos que ellas son transitorias. Pero en la realidad las vivimos como si fueran permanentes.
Sacrificamos demasiadas cosas importantes por todo eso transitorio. Sacrificamos la salud, la amistad, la familia, nuestra tranquilidad y paz interior y hasta los valores más elevados. Luego, nos damos cuenta que aquello, por lo que tanto hemos sacrificado y luchado, desaparece apenas conseguido y a veces sin apenas haberlo disfrutado.
No defiendo el nihilismo, la inactividad o la apatía. Lo que intento hacer ver es que la obsesiva preocupación por lo transitoria, nos impide ocuparnos de lo permanente.
Me preguntas ¿qué es lo permanente?
Tu eres lo permanente. Sí, lo repito, tú. Pero en lo que tú eres tú. Porque tú no eres tu cuerpo, ni tus pensamientos, ni tus sentimientos, ni tus posesiones, ni tus ideas, ni tus proyectos.
El vagón del tren de nuestra vida tiene cada día su propia carga, la carga del quehacer diario del momento presente. ¿Por qué nos empeñamos en cargarlo con engañosos globos de aire del pasado o del futuro y con volátiles pompas de jabón inconsisitentes?
La mayor parte de la gente sólo busca y ve los colorines momentáneos y fugaces de los globos y etéreas pompas de jabón.
¡Dichosos los que no intentan engañarse y toman el sueño como sueño y la realidad auténtica como realidad!
Darío Lostado
(Vivir Como Persona)
Excelente reflexión,la pregunta más importante que deberíamos plantearnos es... Quién soy? Lo importante en la vida es SER.
ResponderEliminarBendiciones.
Gracias por compartir tu comentario
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