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domingo, 12 de septiembre de 2010

SABER DAR. SABER RECIBIR


Tú has visto muchas flores, muchas veces.
Pero ¿has mirado, has observado una flor?
Una flor del campo, una flor cualquiera.
La flor nos habla. Sin palabras.

He estado en el campo y he tomado una flor silvestre.
Su colorido espontáneo y puro, su agradable perfume sin mezclas, el orden y perfección de sus pétalos sin artificio, su brillante luminosidad, su suave sencillez...
Y he recibido su mensaje: El dar y el recibir.
Dar y recibir.
Sin regateos y sin exigencias.
Sin regateos y sin exigencias.
Sin tanto-cuanto.
Las flores reciben luz, calor, agua, frescura, admiración y cariño.
Las flores dan belleza, aroma, colorido y alegría.
Toda la vida es un constante dar y recibir.
Y la flor es un bello y sencillo exponente de vida.

Nosotros, hombres, los seres de la creación en quienes palpita en su más alta expresión la vida, con su naturaleza casi divina, vivimos muchas veces de espaldas a la misma vida.
Pasamos junto a las flores, junto a tantos seres vivos, sin escuchar el mensaje de la vida.
Vivimos preocupados por nuestras pequeñas ambiciones, nuestras ridículas vanidades, nuestros negros pensamientos de venganza, nuestros groseros deseos materialistas, nuestra inquietud constante por tener más cosas, más comodidades más gustos sensibles, más recompensas, más alabanzas...

Hemos de aprender de las flores que la vida es un dar y recibir. Sin egoísmos. Sin actidudes orgullosas.


Hay que estar abierto tanto a dar como a recibir. Sólo los orgullosos y engreídos creen que no necesitan nada de nadie.
Sólo los egotélicos ruines creen que el mundo es sólo ellos y para ellos.
El pan que comemos cada día está dado por muchas manos. Todo lo que tenemos es recibido.
Con un precio o sin precio.
No todo lo hemos pagado con dinero.
(El dinero solo es un convencionalismo de los hombres.)
Mirad las aves del cielo, mirad las flores del campo. Esa lección bíblica, la tomamos como si fuera una broma.
Dan y reciben gratis.
Están sencillamente abiertas a la vida. ¡Hemos recibido tantas cosas gratis!


El consumismo calculador nos ciega, nos nubla los ojos.
Y sólo vemos precios.
Te doy si me das. Te doy si me pagas.
Ponemos precio a nuestros favores.
Y ¿qué favor es si tiene un precio y se le exige un pago?
A la bondad que damos también le ponemos precio.
Si no nos devuelven con bondad, nos quejamos.
Y decimos con aire de suficiencia: A fuerza de golpes aprende uno en la vida que no se puede ser bueno.
Pero la vida enseña lo contrario.
El que da generosamente no se lleva nunca ninguna desilusión.
Porque da sin esperar ninguna recompensa.
Cuando damos mal. Interesadamente, nos desilusionamos al no encontrar la respuesta, al no recibir la correspondencia, la paga que esperábamos.
La flor, la vida nos enseña a dar generosamente, sin esperar la para de recibir algo. Ya hemos recibido antes. Por eso podemos dar.
Pero también hay que saber recibir.
No es fácil recibir con humildad y sencillez.
Porque es necesario reconocer que no nos bastamos solos, que somos parte de la vida, aunque sepamos que somos casi divinos.
¡Tenemos tantas capacidades internas sin desarrollar...!
Cuando las conocemos y desarrollamos nos sentimos más generosos y solidarios con la VIDA.
Hay que estar abiertos para dar como para recibir.
Hay que aceptar que necesitamos de los otros. Hay que aceptar que otros necesitan de nosotros. Unas veces será algo material y físico lo que debamos dar o recibir.
Otras veces será un poquito de amor, de conocimiento, de fe, de esperanza, de amistad...
Pero en cada momento hemos de estar dispuestos a dar y recibir.


Cuando nos cerramos para lo uno o lo otro, estamos bloqueando la vida. Y se produce el atrofiamiento.
Si el alimento no circula por todo el organismo, éste se atrofia en alguno de sus órganos o miembros.
En la sociedad cuando algunos miembros reciben pero no dan se produce también una atrofia, un desorden, un desequilibrio.
Hay que estar abiertos para dar y para recibir. Como la flor.


Darío Lostado.
(La Alegría De Ser Tú Mismo)


7 comentarios:

  1. Si... esa de la flor y la naturaleza, nos hablan desde un silencio revelador.

    A menudo he "escuchado" ese Misterio... belleza, sabiduría, que viene de DIOS.

    DIOS es quien en realidad nos habla... para que desde esa creación le reconozcamos que está en todo lugar... dentro y fuera...

    Un escuela esta vida... para RECORDAR quien SOMOS...quien ÉS en nosotros.

    Gracias... por apuntar AL SER.

    Carmen

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  2. Genial!

    Eso de bloquear la vida... que origianl y directa al mismo tiempo, forma de hacernos ver que somos nada más que una idea, una noción en nuestra mente y nada más ... que no estamos vivos, sino que somos vividos ... que no es nuestra vida, sino la vida que pasa en nosotros.

    Somos un río de vida, no un estanque ... nada individual, nada personal!

    Maravilloso como siempre Darío!

    Muy buena elección Guillem!
    Un gran abrazo!

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  3. Hola Willy! llegue por blog amigos, buscando, leyendo, me parecio muy hermoso el tuyo tambien =) interesante, ya lo agrego a mis favoritos. Que lindo es encontrar hermanos espirituales en lo ancho del Mundo. Te invito a pasar por el mio

    http://silenciospublicos.blogspot.com

    Un abrazo grande =)
    Brida

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  4. Hola Willy

    Como dice Macaco en la canción: "Somos una marea de gente. Todos diferentes. Nadando al mismo compás"

    Un fuerte abrazo, amigo.

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  5. Hola Brida.

    Gracias y abrazos.

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  6. Gracias y saludos para ti, Viaje Astral.
    Un abrazo.

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