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martes, 20 de abril de 2010

LIBERTAD


PERSONAS LIBRES



La libertad es la eterna canción.

Se dice que somos libres.

Todo el mundo dice que quiere ser libre. Se lucha y se hacen grandes hazañas y manifestaciones exigiendo libertad.

Pero la gente tiene miedo de ser libre, de vivir libre, como si la libertad causara el vértigo del vacío.

La gente no quiere que le manden, pero opta por vivir dependiendo, apoyándose en otros.

Se tiene miedo a ser libre de verdad.

Se ha dicho y muchos lo sostienen, que el hombre, la persona, es un producto de la herencia y el ambiente en que vive.

Sin negar la importancia que tienen dichos factores hay que reconocer que si fuera eso cierto, prácticamente no podríamos pensar ni hablar de la libertad humana.

Existe un factor o una dimensión de la persona que es fundamental al hablar de libertad. Es la amplitud de conciencia o madurez interior. Este factor hace que sea la persona individual quien determine el grado de libertad que quiere tener.

Ante las influencias ambientales, de educación y de la herencia, tenemos que preguntarnos qué papel jugamos cada uno de nosotros, qué papel juega nuestro "yo" interno, ese "yo" centro de nuestro ser.

Tenemos tres niveles de vida: el instintivo-biológico, el mental y el emocional.

Cada uno de estos tres niveles tiene sus propias leyes: las biológicas, las mentales y las afectivas.

Cuando vivimos uno de esos niveles somos conducidos por las leyes de ese nivel.

Dicho de otra manera quiere decir que es la ley de la naturaleza misma la que rige y me gobierna de cualquiera de los niveles en que esté viviendo.

Pero hay algo importante y es que debido a mi capacidad de amplitud y apertura de conciencia, puedo vivir los aspectos de un nivel desde otro nivel superior. O sea yo puedo vivir con el foco de mi conciencia por encima del nivel de los hechos que estoy viviendo. Pero ésto sólo se puede hacer cuando estamos completamente despiertos con la mente lúcida, lo cual no es demasiado frecuente, dado el grado de somnolencia e hipnosis en que solemos vivir la mayor parte de nuestra vida.

La amplitud, claridad y atención de la conciencia para situarme en cada momento en un plano o en otro, hace que mi grado de libertad sea mayor o menos.

Así, nos damos cuenta que la mayor parte de la gente que vive de puros automatismos y actitudes reactivas no son apenas libres sino de nombre, porque en cada momento hacen lo que las circunstancias les están determinando. Reaccionan automáticamente impulsados por los estímulos del momento.

La libertad entonces consiste ante todo en la capacidad que tenemos para situarnos en unos niveles o en otros y desde ahí escoger no por las leyes ciegas de cada nivel humano o por la influencia de la herencia o del ambiente, sino por lo que determino con mi visión clara y siempre por encima del nivel de las leyes que rigen ese nivel de la actitud humana en la que estoy viviendo en ese momento.

Dicho de otra manera podemos decir que en la medida en que tengo claridad y amplitud mental para ver desde distintas perspectivas los valores de mi vida, yo puedo elegir cualquiera de las opciones que caen bajo mi perspectiva.

Si mi conciencia está dormida o solamente vivo las cosas en el nivel en que se dan, seré conducido y estaré determinado por las leyes naturales de ese nivel que estoy viviendo.

El plano biológico lo viviré según las leyes biológicas, a no ser que con mi conciencia muy despierta lo esté viendo y viviendo desde un plano superior. Entonces sí seré libre. En un grado mayor o menor, según sea la amplitud de mi conciencia.

Pero no vivimos solos. Y la sociedad, que nos protege y nos da muchas cosas, no lo hace a cambio de nada. Nos somete a sus normas y exigencias. Y ahí empieza el juego social con la correspondiente limitación de nuestra libre elección. en tantas y tantas cosas y aspectos de nuestra vida.

La sociedad nos impone valores y modos de conducta.-

La sociedad nos impone y nos crea necesidades artificiales de mil maneras. La moda y el inútil y excesivo consumismo creado por sociedades comerciales multinacionales arrastra irremediablemente a todos aquéllos que se suben al caro de la inconsciencia colectiva y dejan de pensar, sentir y obrar por sí mismos para ser corderos dóciles de las normas del momento.

Los condicionamientos y situaciones sociales por las que nuestra libertad está amenazada, son casi innumerables.

Cada uno es lo suficientemente perspicaz para verlo y comprobarlo por sí mismo si mismo.

Tenemos una libertad muy relativa y limitada solamente. Pero parece que algunos todavía abdican de la poca que nos deja la sociedad y los condicionamientos externos.

Solamente hay una manera de reconquistar nuestra maltrecha libertad. Esta manera es que cada una empiece a estar más atento a cada situación de su vida.

La conciencia atenta y despierta para valorar por nosotros mismos cada situación, cada acontecimiento, cada noticia, cada necesidad natural o artificial, cada momento de nuestra existencia es el camino hacia nuestra libertad interior.

Ser persona libre es tener una perspectiva desde arriba, desde niveles altos de conciencia.

Mejorar nuestra perspectiva es mejorar nuestra libertad.


Se dice en Juan Salvador Gaviota que cada uno de nosotros es una idea ilimitada de la libertad. Lo dramático es que nos quedemos en "una idea" y no sea nuestra realidad libre.

¿De qué sirve que seamos idea ilimitada de libertad si esa idea no pasa a ser realidad?

Las ideas están en la mente.

La realidad es vida.

Estamos destinados a ser libres en cada instante de la vida.


Darío Lostado
(Vivir como Persona)

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