Sé sincero contigo mismo.
Observa tus pensamientos, observa tus juicios, observa incluso tus gustos. Verás que nada es tuyo.
Si quitas de tí, de tu mente, todo lo que "te han dicho", lo que "te han enseñado", todo lo que te han dicho que debes creer, pensar, preferir, hacer, sentir...
Si quitas todo aquello que piensas y sientes "porque te lo han metido en tu cabeza" y en "tu mente", ¡qué te queda?
Sé sincero contigo mismo. Mira cuántas ideas, pensamientos, convicciones hay en tí que sean fruto de tu visión propia, de tu percepción personal, de tu propia intuición.
Verás que casi todo lo que piensas, lo que sientes, lo que prefieres y deseas te ha sido impuesto de una manera o de otra, en un momento u otro de tu vida. Casi nada es tuyo. Casi nada ha sido adquirido por tu propia elección libre y espontáneamente por ti.
Lo más grave de todo es que entre todas esas ideas que nos han sido impuestas hay una que hemos llegado a adoptar que es la más importante de nuestra vida y es la idea acerca de nosotros mismos.
Desde niños nos han dicho nuestros padres y educadores: tú eres malo, no sirves para nada, eres tonto, eres un inútil... Y aquello que nos dijeron nuestros padres y educadores quedó en nosotros grabado como un dogma, como una verdad irrefutable, como algo indiscutible y taxativamente cierto. Nosotros pensábamos entonces: yo sólo valgo si soy muy obediente y me someto a todo lo que quieren de mí. Es decir, yo sólo valgo por lo bueno que hago, pero no valgo nada por mí mismo. Yo soy poca cosa. Lo único que tiene importancia es lo que piensen los demás de mí.
Así fuimos creciendo con el concepto de que la valoración de nosotros mismos no se fundamentaba en nuestro propio ser y naturaleza sino en la idea que los demás y nosotros teníamos acerca de nosotros mismos.
Lo mismo ha ido ocurriendo cuando hemos sido mayores. Hemos aceptado ciertos postulados, ciertos principios, ciertas frases, ciertas ideas porque todo el mundo las admite o por la autoridad de alguna persona importante o de cierta autoridad ante nosotros.
Nos hemos ido alimentando de la ciencia del "se dice", olvidando o despreciando la sabiduría del "yo veo", "yo intuyo", "yo sé", " mi voz interior me dice"...
Esa voz interior es más valiosa que todos los "se dice" juntos. Es necesario ver, mirar, juzgar, sentir, opinar, pensar y saber por nosotros mismos.
Las opiniones y pensamientos de los demás pueden ser muy valiosos para ellos si realmente son de ellos. Y para mí serán valiosos cuando yo los vea, los sienta, cuando sean realmente míos.
Solemos vivir de prestado.
Vivimos con ideas ajenas, heredadas, prestadas.
Vivimos como los niños que no saben andar sin andaderas, apoyándonos permanentemente en ideas, opiniones gustos, pareceres o juicios de otros.
Vivimos de estereotipos siempre repitiendo las mismas cancioncitas. Repetimos frases o pensamientos de personajes famosos o no tan famosos y los damos sin más como válidos.
Vivimos alienados como si fuéramos incapaces de pensar, hablar, juzgar, sentir, ver y vivir por nosotros mismos.
Necesitamos urgentemente una revisión y saber qué es lo que nuestra voz interior nos dice. Es la auténtica autoridad para nosotros.
Observa tu modo de pensar y hablar. Observa cómo te atas a giros y vocablos. Observa cómo te esfuerzas en convencer a otros de ciertos sinsentidos que mantienes por costumbre, por autoridad ajena, por interés o por miedo a quedarte fuera del rebaño de quienes piensan así. Observa tus frases y palabras estereotipadas, rutinariamente repetidas, ciegamente aprendidas en algún librito o de algún maestrito... Oye y ve que tu voz es un simple eco de voces y palabras de otros. ¿Qué encuentras en ti verdaderamente tuyo?
De todo lo que crees, piensas, opinas, hablas... ¿qué hay que sea verdaderamente tuyo? ¿qué hay en todo ello que sea fruto de tu visión personal, de tu visión directa y convicción interior?
Sientes temor por las amenazas que has recibido desde tu niñez de que debes ser dócil y debes aceptar lo que te dicen y enseñan otros que tienen autoridad.
Es cierto que el conocimiento intelectual, científico y experimental de algunas personas es mayor que el tuyo y merece todo respeto. Pero en lo que respecta a la sabiduría, al sentido de tu vida, al formarte opinión de las cosas y de los acontecimientos, tú tienes tanta capacidad como los demás para mirar, ver y sentir por tí mismo. Lo que necesitas realmente es aprender a ver por ti mismo y a oír tu voz interior.
Tu voz interior no es lo que dice tu mente. La mente únicamente repite lo que ve y oye de fuera.
Tu voz interior no es inferior a la de ninguna otra persona por encumbrada que ella esté en algún puesto de autoridad.
El que ES La Inteligencia y La Verdad te dotó a ti como a todos los demás seres humanos de la misma capacidad de Ver y conocer la Verdad de la Sabiduría. ¿Por qué confías más en lo que otros te dicen que en lo que te dice el Creador que te dio la inteligencia que eres?
Cuando dejes de pensar con y por los condicionamientos y contenidos mentales que has recibido de fuera y mires y veas por ti mismo, por lo que tú eres como inteligencia interna, entonces podrás sentirte tú, y verás y sentirás que dentro de ti está la Verdad.
Muchas personas mantienen ciertas creencias por intereses de conveniencia, por tradiciones familiares, por motivos autoritarios o sociales. En tales casos es imposible llegar a conocer y saborear La Verdad.
Libérate de todos los motivos "interesados" por los que piensas y crees esto o aquello. Libérate del miedo a quedarte solo con "tus" creencias propias y auténticas. Libérate de la necesidad y obligación que has sentido siempre desde tu niñez de pensar y creer de una determinada manera... y empezarás a sentir y gozar el aire fresco y puro de la libertad a la que fuiste destinado por el Creador que sabe muy bien lo que hace y te hizo consciente, inteligente y libre.
Mi voz me dice que no debes aceptar nada de lo que te digo, si tú no lo ves. Como tampoco debes aceptar lo que otros te han dicho si no lo ves por ti mismo.
Mi voz me dice que sólo debes aceptar lo que tu voz te dice. Pero solamente oirás lo que tu voz te dice, cuando tu mente esté libre de condicionamientos previos mentales y cuando tu corazón está limpio de intereses y conveniencias personales y de absurdos temores infantiles esclavizantes.
No creas en mí. Cree en ti.
No me creas a mí. Créete a ti.
No creas en mi voz. Cree en tu voz.
Cuando oigas lo que mi voz me dice, escucha tu propia voz. Tu voz y la mía son la misma voz. Lo que tu voz te diga será lo válido, cierto y verdadero. Digo "lo que tu voz te diga". No lo que digan las ideas que tienes ahora enmarañando tu mente. Digo "lo que tu voz interior te diga" cuando hayas logrado deshacerte de las ideas enraizadas en tu mente y los sutiles y ocultos motivos interesados de tu voluntad y tu ego.
Mi voz no te propone ni impone doctrina o ideología alguna. Mi voz me dice y te dice que vacíes tu mente de contenidos condicionantes para que quedes limpio y seas libre para ver con ojos puros e inocentes, pienses con mente descondicionada y sientas y vivas la verdadera y auténtida libertad interior.
Darío Lostado
(...Pero Mi Voz Me Dice...)
Que maravilla!!! Se le entiende todo a Dario, es una pena que sus libros no estén al alcance, al menos donde me muevo, iré con la lista cuando viaje
ResponderEliminarGracias, saludos