"Ya es hora de despertar del sueño", dice la Biblia.
Vivimos ordinariamente dormidos, sin conciencia clara de qué somos, dónde estamos, qué hacemos, por qué hacemos lo que hacemos, por qué sentimos lo que sentemos, qué sentido tiene para nosotros el vivir o el no vivir...
Vivimos generalmente empujados, arrastrados por el instinto y voluntad ciega, natural y espontánea de vivir, pero prácticamente inconscientes, muy poco despiertos.
Vivimos sin conciencia clara de quién es el que vive detrás de esas apariencias de este cuerpo, quién es el que está viviendo dentro y detrás de esa carne, y esos huesos que componen nuestro cuerpo.
Vivimos sin conciencia clara de quién es el que alberga esos pensamientos, esos conocimientos, esas habilidades de trabajar, de jugar, de desarrollarse y desenvolverse en la vida...
Vivimos sin conciencia clara de quién es el que está afectado por esos sentimientos agradables o desagradables que nos ponen alegres o tristes en cada momento, quién es ese que sufre o se alegra, ese que se preocupa, que se impacienta, que se atemoriza, que duda, llora, canta, ríe, goza...
Vivimos sin tener clara conciencia de quién y qué es ese "Yo" sujeto activo, que es el que realmente vive detrás de la vestimenta, detrás del cuerpo de carne, huesos, ojos, cerebro, órganos interno con sus células, moléculas y átomos.
Y si no sabemos quién es el que piensa en nosotros, quién es el que siente, el que se mueve, el que vive en nosotros, ¿qué podremos saber con una cierta garantía de certeza?
Si yo no conozco lo más próximo a mí mismo, si no conozco al que conoce, ¡cómo podré conocer las cosas que me rodean? ¿cómo me atrevo a hacer afirmaciones sobre lo que perciben mis sentidos? ¿podré conocer a esos otros a los que llamo personas, que son lo que yo soy, si no sé quién soy yo, que supuestamente es la persona que está conociendo? ¿podré conocer a ese Ser que llamo Dios y en quien supuestamente creo y del que digo que es el Ser más importante, el más grande, el más poderoso, el más sabio, el más bueno, el absolutamente prefecto, si no conozco a este otro ser pequeño cercano que soy yo mismo?
¿No será todo eso una simple afirmación sin sentido que repito sin verdadero conocimiento, sino como una cinta grabada que reproduce y repite lo que ha sido grabado en ella sin tener conocimiento de lo que significa y de lo que expresa?
El camino hacia lo Universal empieza en lo individual.
El camino hacia afuera empieza adentro.
El camino hacia los demás empieza en sí mismo.
El Camino hacia las cosas (que es la ciencia) empieza en el conocimiento de sí mismo(que es el sabiduría)
La comprensión del mundo, de los acontecimientos... de Dios, tiene necesariamente su origen y base en la comprensión de sí mismo, en el acontecimiento de conocerse a sí mismo, el sujeto que comprende y conoce.
Cuando me desconozco a mí mismo, es imposible que pueda conocer a los otros.
Cuando no tengo una auténtica aceptación de mí mismo, es imposible pretender aceptar a los demás.
Photo by Guillem.
Por más que me proponga y me imponga aceptar a las personas que me rodean, será un esfuerzo vano y de resultados muy momentáneos, mientras no comience por aceptarme a mí mismo, real y efectivamente, tal como soy, en lo que me veo como bueno y en lo que me veo como malo.
Solemos vivir preocupados y atormentados porque nos cuesta aceptar a ciertas personas.
Nos damos cuenta de que las circunstancias nos imponen el trato con esas personas que no nos caen bien. Nos proponemos no hablar mal de ellas y hasta tener buenos sentimientos y actitudes con ellas. A veces hasta es posible que consigamos en un momento determinado, ser amables con esas personas. Pero pronto volvemos a nuestra actitud de rechazo.
La explicación de esa conducta radica en que no empezamos por donde debemos empezar.
Haz que empezar por una aceptación clara, consciente y sincera de nosotros mismos, de ese que ve, piensa, siente, vive, que llamo "yo".
Nos daremos cuenta entonces de que nuestro comportamiento es como nosotros no quisiéramos que fuera. Nos daremos cuenta de que una cosa es lo que nosotros queremos o quisiéramos hacer y otra lo que realmente hacemos.
Aún admitiendo esa diferencia y a veces contradicción, entre lo que queremos y lo que hacemos, hemos de aceptar que así es y así hemos de aceptarnos.
No se consigue nada queriendo dar explicaciones, buscando los motivos y las causas de ese modo incoherente o contradictorio de comportamiento.
No se consigue nada queriendo dar explicaciones, buscando los motivos y las causas de ese modo incoherente o contradictorio de comportamiento.
Lo únicamente eficaz es aceptar los hechos tal cual son, aceptar nuestro comportamiento como es y ser muy claramente conscientes de cómo somos y cómo quisiéramos ser, evitando los intentos inútiles de justificarse y eximirse de responsabilidades.
Frecuentemente jugamos a ser buenos.
A veces ni siquiera jugamos a ser buenos sino a tener buenas intenciones de ser buenos.
Con las buenas intenciones nos quedamos ya satisfechos como si "el intentar" fuera "realizar" y el decir fuera hacer. Y así seguimos dormidos en los laureles del engaño.
Solamente el aceptar la verdad tal cual es, nos liberará del error de creer que el sueño es la realidad y que el decir es hacer.
Darío Lostado
(Hacia La Verdad De Ti Mismo)
La verdad es difícil de mirar a la cara: si no puedes ser bueno, imita que lo eres, si perseveras, con el tiempo lo puedes conseguir.
ResponderEliminarCaray, que mucho me ayudan estas palabras...GRacias!
ResponderEliminarMe pregunto si existe la llamada Energia Sueño. No me explico por que vivimos permanentemente dormidos.
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