El discípulo se acercó al maestro y le dijo: "Me siento muy perplejo y confuso. Nos has dicho:
que amar es vivir...
que todo aquel que ama es feliz...
que donde hay amor hay alegría...
que el amor vence todas las dificultades...
que el amor es más fuerte que la muerte...
que quien ama jamás se siente solo...
que Dios es amor...
que a quien tiene a Dios nada le falta porque Dios está en él...
que el amor es la mayor riqueza humana...
Veo también que todo el mundo dice que ama, que todos cantan al amor, todos hablan de amor... Las películas, novelas y teatro versan casi siempre sobre el amor...
¿Por qué, maestro, si el amor es tan bello y todos aseguran amar y todo gira sobre el amor, hay tanta amargura, soledad, egoísmo, tristeza, infidelidad, engaño e infelicidad en el mundo y en el corazón de los hombres?"
Y el maestro respondió con estas palabras:
Hubo una vez un pueblo lejano en el que todos ocupaban gran parte de su tiempo en jugar juegos de azar y otros pasatiempos con monedas y billetes falsos o desvalorizados. Todos poseían gran cantidad de ellos. Todos parecían ricos. Muchos llegaron a creerse ricos de verdad. Pero ocupados en el engaño de sus juegos, cayeron en la más miserable pobreza. No podían adquirir ni lo más imprescindible para subsistir. Era paradójico. Todos se creían ricos, siendo en verdad paupérrimos indigentes. Y las enfermedades, calamidades y miserias se cebaron entre la población.
Hubo entre ellos alguna digna y honrosa excepción. Unas pocas personas, sencilla y calladamente, distinguieron el dinero verdadero del falso y adquiriendo el verdadero vivieron con salud, alegría y paz en medio de las miserias de su despreocupado e ignorante pueblo, siendo no obstante rechazados por la locura de la mayoría que los tachó de idealistas ilusos..."
El discípulo dijo al maestro: "¿Por qué no explicas el sentido de la parábola?"
Y el maestro le respondió:
"En el mundo en que vives hay valores verdaderos y falsos. La mayoría de los hombres están tan embebidos en el juego de los falsos valores convencionales, que se han olvidado de sus valores reales. Están tan absortos 'con sus juguetes'... con las falsas monedas del éxito... las apariencias frívolas y vanidosas... el orgulloso ardor por el poder... la obsesión por el placer momentáneo del sexo... que han llegado a desconocer y olvidar el verdadero camino de su felicidad.
Uno pocos comprenden que lo más meritorio e inapreciable no consiste en las conquistas frívolas externas sino al juego social. Son los que saben distinguir la moneda verdadera de la falsa. Son los que distinguen el placer de la felicidad, las apariencias, del fondo de las cosas, lo transitorio, de lo permanente, las posesiones y el dinero de la verdadera riqueza inferior, la ilusión, de la realidad; la engañosa mentida, de la verdad sana; las palabras huecas, del sentimiento puro; los formulismos veleidosos, de los principios básicos...
Todos ellos son tachados por la mayoría como ingenuos e ilusos, pero son los sabios auténticos".
Descubrir y entender el juego convencional del mundo es la sabiduría más útil y necesaria.
No todo lo que brilla es valioso. Mientras no se descubra el valor de lo simple y sencillo y se viva de la verdad y no de fantasías vanas, los errores del mundo serán la monedo falsa de la vida, y sus consecuencias, el vacío y la aflicción.
Se habla mucho del amor, pero no se vive de él.
El placer emocional es la cara falsa del amor.
Los deseos, pasiones y placeres egoístas son monedas falsas con nombre y apariencia de amor.
Los deseos, pasiones y placeres egoístas son monedas falsas con nombre y apariencia de amor, que no pueden comprar la paz y felicidad verdadera.
En la vida hay muchas clases de juegos falsos, frívolos y engañosos.
El juego auténtico de la vida es el juego de amor verdadero.
¿Cuál es tu juego?
Darío Lostado
(Atrévete A Ser Libre)
Descubrir el valor de lo simple y vivir de la verdad... ¡Casí nada! INTENTEMOSLO. Gassho.
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