Suele decirse en los ambientes religiosos que debemos ver a Cristo en cada uno de los hombres.
Pero mi voz me dice:
Si Cristo está en todos, está también en ti. ¿Por qué no lo miras y ves en ti? Porque si lo vieras y vivieras en ti, ya no tendrías necesidad de nada más.
El Cristo no vino a vivir entre los hombres para ser adorado. En ningún momento de su vida dijo que le adoráramos. Pero sí dijo repetidas veces que lo imitáramos, que fuéramos como Él era. Más todavía, dijo claramente que todo lo que Él hacía lo podíamos hacer nosotros.
Pero las iglesias se han ocupado mucho del ritualismo de la adoración y del culto y se olvida fácilmente de la presencia viva del Cristo en cada persona, sea quien sea y como sea. Así llevados de un moralismo proselitista y puritano se anatematiza y condena fácilmente a quienes no son o piensan de un modo determinado, olvidando que el Cristo vive en tales personas igualmente, aparte y más allá de sus ideas y hasta de sus actos.
Mi voz me dice igualmente que no es necesario vez a Cristo en los demás para respetarlos, ayudarlos y amarlos. Si te das cuenta que EL SER (Dios) está en ti, como lo estaba en el Cristo, el amar y ayudar surgirá espontáneamente porque eso es lo lógico y propio de tu naturaleza. ¿Por qué buscar razones externas para hacer el bien y amar cuando es tan sencillo verlo mirando dentro de tí mismo?
Acostumbramos a buscar fuera lo que tenemos adentro. Es la errónea tendencia de huir siempre de sí mismos hacia afuera.
Darío Lostado
(...Pero Mi Voz Me Dice...)
Gracias!
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